Página 60 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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Capítulo 4—Fieles portaantorchas
A unque sumida la tierra en tinieblas durante el largo período
de la supremacía papal, la luz de la verdad no pudo apagarse por
completo. En todas las edades hubo testigos de Dios, hombres que
conservaron su fe en Cristo como único mediador entre Dios y los
hombres, que reconocían la Biblia como única regla de su vida y
santificaban el verdadero día de reposo. Nunca sabrá la posteridad
cuánto debe el mundo a esos hombres. Se les marcaba como a
herejes, los móviles que los inspiraban eran impugnados, su carácter
difamado y sus escritos prohibidos, adulterados o mutilados. Sin
embargo permanecieron firmes, y de siglo en siglo conservaron pura
su fe, como herencia sagrada para las generaciones futuras.
La historia del pueblo de Dios durante los siglos de oscuridad que
siguieron a la supremacía de Roma, está escrita en el cielo, aunque
ocupa escaso lugar en las crónicas de la humanidad. Pocas son las
huellas que de su existencia pueden encontrarse fuera de las que se
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encuentran en las acusaciones de sus perseguidores. La política de
Roma consistió en hacer desaparecer toda huella de oposición a sus
doctrinas y decretos. Trató de destruir todo lo que era herético, bien
se tratase de personas o de escritos. Las simples expresiones de duda
u objeciones acerca de la autoridad de los dogmas papales bastaban
para quitarle la vida al rico o al pobre, al poderoso o al humilde.
Igualmente se esforzó Roma en destruir todo lo que denunciase
su crueldad contra los disidentes. Los concilios papales decretaron
que los libros o escritos que hablasen sobre el particular fuesen
quemados. Antes de la invención de la imprenta eran pocos los
libros, y su forma no se prestaba para conservarlos, de modo que
los romanistas encontraron pocos obstáculos para llevar a cabo sus
propósitos.
Ninguna iglesia que estuviese dentro de los límites de la jurisdic-
ción romana gozó mucho tiempo en paz de su libertad de conciencia.
No bien se hubo hecho dueño del poder el papado, extendió los
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