Página 632 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
ven que su exclusión del cielo es justa. Por sus vidas, declararon:
“No queremos que este Jesús reine sobre nosotros”.
Como fuera de sí, los impíos han contemplado la coronación del
Hijo de Dios. Ven en las manos de él las tablas de la ley divina, los
estatutos que ellos despreciaron y transgredieron. Son testigos de la
explosión de admiración, arrobamiento y adoración de los redimidos;
y cuando las ondas de melodía inundan a las multitudes fuera de
la ciudad, todos exclaman a una voz: “¡Grandes y maravillosas son
tus obras, oh Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus
caminos, oh Rey de los siglos!”
Apocalipsis 15:3 (VM)
. Y cayendo
prosternados, adoran al Príncipe de la vida.
Satanás parece paralizado al contemplar la gloria y majestad de
Cristo. El que en otro tiempo fuera uno de los querubines cubridores
recuerda de dónde cayó. Él, que fuera serafín resplandeciente, “hijo
de la aurora”, ¡cuán cambiado se ve, y cuán degradado! Está excluido
para siempre del consejo en que antes se le honraba. Ve ahora a otro
que, junto al Padre, vela su gloria. Ha visto la corona colocada sobre
la cabeza de Cristo por un ángel de elevada estatura y majestuoso
continente, y sabe que la posición exaltada que ocupa este ángel
habría podido ser la suya.
Recuerda la mansión de su inocencia y pureza, la paz y el conten-
tamiento de que gozaba hasta que se entregó a murmurar contra Dios
y a envidiar a Cristo. Sus acusaciones, su rebelión, sus engaños para
captarse la simpatía y la ayuda de los ángeles, su porfía en no hacer
esfuerzo alguno para reponerse cuando Dios le hubiera perdonado;
todo eso se le presenta a lo vivo. Echa una mirada retrospectiva sobre
la obra que realizó entre los hombres y sobre sus resultados: la ene-
mistad del hombre para con sus semejantes, la terrible destrucción de
vidas, el ascenso y la caída de los reinos, el derrocamiento de tronos,
la larga serie de tumultos, conflictos y revoluciones. Recuerda los
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esfuerzos constantes que hizo para oponerse a la obra de Cristo y
para hundir a los hombres en degradación siempre mayor. Ve que sus
conspiraciones infernales no pudieron acabar con los que pusieron
su confianza en Jesús. Al considerar Satanás su reino y los frutos de
sus esfuerzos, solo ve fracaso y ruina. Ha inducido a las multitudes
a creer que la ciudad de Dios sería fácil presa; pero ahora ve que
eso es falso. Una y otra vez, en el curso de la gran controversia, ha