Página 634 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
alabarán, oh Jehová, y tus piadosos siervos te bendecirán”.
Salmos
145:10 (VM)
. La historia del pecado atestiguará durante toda la
eternidad que con la existencia de la ley de Dios se vincula la dicha
de todos los seres creados por él. En vista de todos los hechos del
gran conflicto, todo el universo, tanto los justos como los rebeldes,
declaran al unísono: “¡Justos y verdaderos son tus caminos, oh Rey
de los siglos!”
El universo entero contempló el gran sacrificio hecho por el
Padre y el Hijo en beneficio del hombre. Ha llegado la hora en que
Cristo ocupa el puesto a que tiene derecho, y es exaltado sobre los
principados y potestades, y sobre todo nombre que se nombra. A
fin de alcanzar el gozo que le fuera propuesto—el de llevar muchos
hijos a la gloria—sufrió la cruz y menospreció la vergüenza. Y por
inconcebiblemente grandes que fuesen el dolor y el oprobio, mayores
aún son la dicha y la gloria. Echa una mirada hacia los redimidos,
transformados a su propia imagen, y cuyos corazones llevan el sello
perfecto de lo divino y cuyas caras reflejan la semejanza de su Rey.
Contempla en ellos el resultado de las angustias de su alma, y está
satisfecho. Luego, con voz que llega hasta las multitudes reunidas
de los justos y de los impíos, exclama: “¡Contemplad el rescate
de mi sangre! Por estos sufrí, por estos morí, para que pudiesen
permanecer en mi presencia a través de las edades eternas”. Y de
entre los revestidos con túnicas blancas en torno del trono, asciende
el canto de alabanza: “¡Digno es el Cordero que ha sido inmolado,
de recibir el poder, y la riqueza, y la sabiduría, y la fortaleza, y la
honra, y la gloria, y la bendición!”
Apocalipsis 5:12 (VM)
.
A pesar de que Satanás se ha visto obligado a reconocer la justicia
de Dios, y a inclinarse ante la supremacía de Cristo, su carácter sigue
siendo el mismo. El espíritu de rebelión, cual poderoso torrente,
vuelve a estallar. Lleno de frenesí, determina no cejar en el gran
conflicto. Ha llegado la hora de intentar un último y desesperado
esfuerzo contra el Rey del cielo. Se lanza en medio de sus súbditos, y
trata de inspirarlos con su propio furor y de moverlos a dar inmediata
batalla. Pero entre todos los innumerables millones a quienes indujo
engañosamente a la rebelión, no hay ahora ninguno que reconozca
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su supremacía. Su poder ha concluido. Los impíos están llenos del
mismo odio contra Dios que el que inspira a Satanás; pero ven que
su caso es desesperado, que no pueden prevalecer contra Jehová. Se