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El Conflicto de los Siglos
majestuosas cumbres. En aquellas pacíficas llanuras, al borde de
aquellas corrientes vivas, es donde el pueblo de Dios que por tanto
tiempo anduvo peregrino y errante, encontrará un hogar.
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“Mi pueblo habitará en mansión de paz, en moradas seguras, en
descansaderos tranquilos”. “No se oirá más la violencia en tu tierra,
la desolación ni la destrucción dentro de tus términos; sino que lla-
marás a tus muros Salvación, y a tus puertas Alabanza”. “Edificarán
casas también, y habitarán en ellas; plantarán viñas, y comerán su
fruto. No edificarán más para que otro habite, ni plantarán para que
otro coma; [...] mis escogidos agotarán el usufructo de la obra de
sus manos”.
Isaías 32:18
;
60:18
;
65:21, 22 (VM)
.
Allí “se alegrarán el desierto y el sequedal, y el yermo se regoci-
jará y florecerá como la rosa”. “En vez del espino subirá el abeto,
y en lugar de la zarza subirá el arrayán”. “Habitará el lobo con el
cordero, y el leopardo sesteará junto con el cabrito; [...] y un niñito
los conducirá”. “No dañarán, ni destruirán en todo mi santo monte”,
dice el Señor.
Isaías 35:1
;
55:13
;
11:6, 9 (VM)
.
El dolor no puede existir en el ambiente del cielo. Allí no habrá
más lágrimas, ni cortejos fúnebres, ni manifestaciones de duelo. “Y
la muerte no será más; ni habrá más gemido ni clamor, ni dolor;
porque las cosas de antes han pasado ya”. “No dirá más el habitante:
Estoy enfermo; al pueblo que mora en ella le habrá sido perdonada
su iniquidad”.
Apocalipsis 21:4
;
Isaías 33:24 (VM)
.
Allí está la nueva Jerusalén, la metrópoli de la nueva tierra glori-
ficada, “corona de hermosura en la mano de Jehová, y una diadema
real en la mano de nuestro Dios”. “Su luz era semejante a una piedra
preciosísima, como piedra de jaspe, transparente como el cristal”.
“Las naciones andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traen a
ella su gloria”. El Señor dijo: “Yo me alegraré con Jerusalén, y me
gozaré con mi pueblo”. “El tabernáculo de Dios está ahora con los
hombres. Él morará con ellos, ellos serán su pueblo, y Dios mismo
estará con ellos como su Dios”.
Isaías 62:3
;
Apocalipsis 21:11, 24
;
Isaías 65:19 (RV95)
;
Apocalipsis 21:3 (RV95)
.
En la ciudad de Dios “no habrá ya más noche”. Nadie necesitará
ni deseará descanso. No habrá quien se canse haciendo la voluntad
de Dios ni ofreciendo alabanzas a su nombre. Sentiremos siempre
la frescura de la mañana, que nunca se agostará. “No necesitan luz
de lámpara, ni luz del sol; porque el Señor Dios los alumbrará”.