Página 95 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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Dos héroes de la edad media
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recomendadas por Wiclef, alcanzó a darse mejor cuenta del verda-
dero carácter del papado y con mayor celo denunció el orgullo, la
ambición y la corrupción del clero.
De Bohemia se extendió la luz hasta Alemania. Algunos distur-
bios en la universidad de Praga dieron por resultado la separación
de centenares de estudiantes alemanes, muchos de los cuales habían
recibido de Hus su primer conocimiento de la Biblia, y a su regreso
esparcieron el evangelio en la tierra de sus padres.
Las noticias de la obra hecha en Praga llegaron a Roma y pronto
fue citado Hus a comparecer ante el papa. Obedecer habría sido
exponerse a una muerte segura. El rey y la reina de Bohemia, la
universidad, miembros de la nobleza y altos dignatarios dirigieron
una solicitud general al pontífice para que le fuera permitido a Hus
permanecer en Praga y contestar a Roma por medio de una dipu-
tación. En lugar de acceder a la súplica, el papa procedió a juzgar y
condenar a Hus, y, por añadidura, declaró a la ciudad de Praga en
entredicho.
En aquellos tiempos, siempre que se pronunciaba tal sentencia,
la alarma era general. Las ceremonias que la acompañaban estaban
bien calculadas para producir terror entre el pueblo, que veía en el
papa el representante de Dios mismo, y el que tenía las llaves del
cielo y del infierno y el poder para invocar juicios temporales lo
mismo que espirituales. Creían que las puertas del cielo se cerraban
contra los lugares condenados por el entredicho y que entretanto
que el papa no se dignaba levantar la excomunión, los difuntos no
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podían entrar en la mansión de los bienaventurados. En señal de tan
terrible calamidad se suspendían todos los servicios religiosos, las
iglesias eran clausuradas, las ceremonias del matrimonio se veri-
ficaban en los cementerios; a los muertos se les negaba sepultura
en los camposantos, y se los enterraba sin ceremonia alguna en las
zanjas o en el campo. Así pues, valiéndose de medios que influían
en la imaginación, procuraba Roma dominar la conciencia de los
hombres.
La ciudad de Praga se amotinó. Muchos opinaron que Hus tenía
la culpa de todas estas calamidades y exigieron que fuese entregado a
la vindicta de Roma. Para que se calmara la tempestad, el reformador
se retiró por algún tiempo a su pueblo natal. Escribió a los amigos
que había dejado en Praga: “Si me he retirado de entre vosotros es