Página 125 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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En la encrucijada de los caminos
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primeros años, y en qué abatimiento, en qué desesperación caí mu-
chas veces.”—
Ibid
. Pero no fué dejado solo en brazos del desaliento.
Cuando le faltaba la ayuda de los hombres, la esperaba de Dios solo
y aprendió así a confiar sin reserva en su brazo todopoderoso.
[142]
A un amigo de la Reforma escribió Lutero: “No se puede llegar
a comprender las Escrituras, ni con el estudio, ni con la inteligen-
cia; vuestro primer deber es pues empezar por la oración. Pedid al
Señor que se digne, por su gran misericordia, concederos el ver-
dadero conocimiento de su Palabra. No hay otro intérprete de la
Palabra de Dios, que el mismo Autor de esta Palabra, según lo que
ha dicho: ‘Todos serán enseñados de Dios.’ Nada esperéis de vues-
tros estudios ni de vuestra inteligencia; confiad únicamente en Dios
y en la influencia de su Espíritu. Creed a un hombre que lo ha
experimentado.”—
Id.,
cap. 7. Aqui tienen una lección de vital im-
portancia los que sienten que Dios les ha llamado para presentar a
otros en estos tiempos las verdades grandiosas de su Palabra. Estas
verdades despertarán la enemistad del diablo y de los hombres que
tienen en mucha estimación las fábulas inventadas por él. En la
lucha contra las potencias del mal necesitamos algo más que nuestro
propio intelecto y la sabiduría de los hombres.
Mientras que los enemigos apelaban a las costumbres y a la
tradición, o a los testimonios y a la autoridad del papa, Lutero los
atacaba con la Biblia y sólo con la Biblia. En ella había argumentos
que ellos no podían rebatir; en consecuencia, los esclavos del forma-
lismo y de la superstición pedían a gritos la sangre de Lutero, como
los judíos habían pedido la sangre de Cristo. “Es un hereje—decían
los fanáticos romanistas.—¡Es un crimen de alta traición contra la
iglesia dejar vivir una hora más tan horrible hereje: que preparen al
punto un cadalso para él!”—
Id.,
cap. 9. Pero Lutero no fué víctima
del furor de ellos. Dios le tenía reservada una tarea; y mandó a los
ángeles del cielo para que le protegiesen. Pero muchos de los que
recibieron de él la preciosa luz resultaron blanco de la ira del demo-
nio, y por causa de la verdad sufrieron valientemente el tormento y
la muerte.
Las enseñanzas de Lutero despertaron por toda Alemania la
atención de los hombres reflexivos. Sus sermones y demás escritos
[143]
arrojaban rayos de luz que alumbraban y despertaban a miles y miles
de personas. Una fe viva fué reemplazando el formalismo muerto