Página 16 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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las grandes verdades comprobantes que en diversas épocas han sido
dadas al mundo, han excitado la ira de Satanás y la enemistad de la
iglesia amiga del mundo, y han sido sostenidas por el testimonio de
aquellos que “no amaron sus vidas, exponiéndolas hasta la muerte.”
En esos anales podemos ver un anticipo del conflicto que nos
espera. Considerándolos a la luz de la Palabra de Dios, y por la ilu-
minación de su Espíritu, podemos ver descubiertos las estratagemas
del maligno y los peligros que deberán evitar los que quieran ser
hallados “sin mácula” ante el Señor a su venida.
Los grandes acontecimientos que marcaron los pasos de reforma
que se dieron en siglos pasados, son hechos históricos harto conoci-
dos y universalmente aceptados, que nadie puede negar. Esa historia
la he presentado brevemente, de acuerdo con el fin y objeto de este
libro y con la concisión que necesariamente debe observarse, con-
densando los hechos en forma compatible con una clara inteligencia
de las enseñanzas consiguientes. En algunos casos cuando he encon-
trado que un historiador había reunido los hechos y presentado en
pocas líneas un claro conjunto del asunto, o agrupado los detalles en
forma conveniente, he reproducido sus palabras, no tanto para citar a
esos escritores como autoridades, sino porque sus palabras resumían
adecuadamente el asunto. Y al referir los casos y puntos de vista de
quienes siguen adelante con la obra de reforma en nuestro tiempo,
me he valido en forma similar de las obras que han publicado.
El objeto de este libro no consiste tanto en presentar nuevas
verdades relativas a las luchas de pasadas edades como en hacer
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resaltar hechos y principios que tienen relación con acontecimientos
futuros. Sin embargo, cuando se considera los tales hechos y princi-
pios como formando parte de la lucha empeñada entre las potencias
de la luz y las de las tinieblas, todos esos relatos del pasado cobran
nuevo significado; y se desprende de ellos una luz que proyecta
rayos sobre el porvenir, alumbrando el sendero de los que, como los
reformadores de los siglos pasados, serán llamados, aun a costa de
sacrificar todo bien terrenal, a testificar “de la Palabra de Dios y del
testimonio de Jesucristo.”
Desarrollar las escenas de la gran lucha entre la verdad y el
error; descubrir las tretas de Satanás y los medios de resistirle con
éxito; presentar una solución satisfactoria del gran problema del
mal, derramando luz sobre el origen y el fin del pecado en forma