Página 276 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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El Conflicto de los Siglos
Deidad a cuyo culto se había consagrado él y ofreció que en lo suce-
sivo se dedicaría a rendir homenaje a la libertad, la igualdad, la virtud
y la moral. Colocó luego sobre una mesa sus ornamentos episcopales
y recibió un abrazo fraternal del presidente de la convención. Varios
sacerdotes apóstatas imitaron el ejemplo del prelado.”—Scott, tomo
1, cap. 17.
“Y los que habitan sobre la tierra se regocijan sobre ellos, y
hacen fiesta; y se envían regalos los unos a los otros; porque estos
dos profetas atormentaron a los que habitan sobre la tierra.” La
Francia incrédula había acallado las voces de reprensión de los
testigos de Dios. La Palabra de verdad yacía muerta en sus calles y
los que odiaban las restricciones y los preceptos de la ley de Dios se
llenaron de júbilo. Los hombres desafiaban públicamente al Rey de
los cielos, y gritaban como los pecadores de la antigüedad: “¿Cómo
sabe Dios? ¿y hay conocimiento en lo alto?”
Salmos 73:11
.
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Uno de los sacerdotes del nuevo orden, profiriendo terribles
blasfemias, dijo: “¡Dios! si es cierto que existes, toma venganza
de las injurias que se hacen a tu nombre. ¡Yo te desafío! Guardas
silencio; no te atreves a descargar tus truenos. Entonces ¿quién va a
creer que existes?”—M. Ch. Lacretelle,
Histoire de France pendant
le dixhuitième siècle,
tomo 11, pág. 309. ¡Qué eco tan fiel de la
pregunta de Faraón: “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz?”
“No conozco a Jehová”!
“Dijo el necio en su corazón: No hay Dios.”
Salmos 14:1
. Y el
Señor declara respecto de los que pervierten la verdad que “se hará
manifiesta a todos su necedad.”
2 Timoteo 3:9 (VM)
. Después que
hubo renunciado al culto del Dios vivo, “el Alto y el Excelso que
habita la eternidad,” cayó Francia al poco tiempo en una idolatría
degradante rindiendo culto a la diosa de la razón en la persona de
una mujer libertina. ¡Y esto en la cámara representativa de la nación
y por medio de las más altas autoridades civiles y legislativas! Dice
el historiador: “Una de las ceremonias de aquel tiempo de locura no
tiene igual por lo absurdo combinado con lo impío. Las puertas de la
convención se abrieron de par en par para dar entrada a los músicos
de la banda que precedía a los miembros del cuerpo municipal que
entraron en solemne procesión, cantando un himno a la libertad y
escoltando como objeto de su futura adoración a una mujer cubierta
con un velo y a la cual llamaban la diosa de la razón. Cuando llegó