Página 306 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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El Conflicto de los Siglos
fueron envueltos en la misma ruina.” Se calcula que noventa mil
personas perdieron la vida en aquel aciago día.
Veinticinco años después apareció la segunda señal mencionada
en la profecía: el obscurecimiento del sol y de la luna. Lo que hacía
esto aun más sorprendente, era la circunstancia de que el tiempo
de su cumplimiento había sido indicado de un modo preciso. En su
conversación con los discípulos en el Monte de los Olivos, después
de describir el largo período de prueba por el que debía pasar la
iglesia, es decir, los mil doscientos sesenta años de la persecución
papal, acerca de los cuales había prometido que la tribulación sería
acortada, el Salvador mencionó en las siguientes palabras ciertos
acontecimientos que debían preceder su venida y fijó además el
tiempo en que se realizaría el primero de éstos: “En aquellos días,
después de aquella aflicción, el sol se obscurecerá, y la luna no dará
su resplandor.”
Marcos 13:24
. Los 1.260 días, o años, terminaron
en 1798. La persecución había concluido casi por completo desde
hacía casi un cuarto de siglo. Después de esta persecución, según
las palabras de Cristo, el sol debía obscurecerse. Pues bien, el 19 de
mayo de 1780 se cumplió esta profecía.
“Unico o casi único en su especie, por lo misterioso del hasta
ahora inexplicado fenómeno que en él se verificó, ... fué el día
obscuro del 19 de mayo de 1780, inexplicable obscurecimiento
de todo el cielo visible y atmósfera de Nueva Inglaterra.”—R. M.
Devens,
Our First Century,
89.
Un testigo ocular que vivía en Massachusetts describe el aconte-
cimiento del modo siguiente: “Por la mañana salió el sol despejado,
pero pronto se anubló. Las nubes fueron espesándose y del seno
de la obscuridad que ostentaban brillaron relámpagos, se oyeron
truenos y descargóse leve aguacero. A eso de las nueve, las nubes se
atenuaron y, revistiendo un tinte cobrizo, demudaron el aspecto del
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suelo, peñas y árboles al punto que no parecían ser de nuestra tierra.
A los pocos minutos, un denso nubarrón negro se extendió por todo
el firmamento dejando tan sólo un estrecho borde en el horizonte, y
haciendo tan obscuro el día como suele serlo en verano a las nueve
de la noche...
“Temor, zozobra y terror se apoderaron gradualmente de los
ánimos. Desde las puertas de sus casas, las mujeres contemplaban
la lóbrega escena; los hombres volvían de las faenas del campo; el