Página 307 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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Heraldos de una nueva era
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carpintero dejaba las herramientas, el herrero la fragua, el comer-
ciante el mostrador. Los niños fueron despedidos de las escuelas y
huyeron a sus casas llenos de miedo. Los caminantes hacían alto
en la primera casa que encontraban. ¿Qué va a pasar? preguntaban
todos. No parecía sino que un huracán fuera a desatarse por toda la
región, o que el día del juicio estuviera inminente.
“Hubo que prender velas, y la lumbre del hogar brillaba como en
noche de otoño sin luna... Las aves se recogieron en sus gallineros,
el ganado se juntó en sus encierros, las ranas cantaron, los pájaros
entonaron sus melodías del anochecer, y los murciélagos se pusieron
a revolotear. Sólo el hombre sabía que no había llegado la noche...
“El Dr. N. Whittaker, pastor de la iglesia del Tabernáculo, en
Salem, dirigió cultos en la sala de reuniones, y predicó un sermón en
el cual sostuvo que la obscuridad era sobrenatural. Otras congrega-
ciones también se reunieron en otros puntos. En todos los casos, los
textos de los sermones improvisados fueron los que parecían indicar
que la obscuridad concordaba con la profecía bíblica... La obscu-
ridad alcanzó su mayor densidad poco después de las once.”—
The
Essex Antiquarian,
abril de 1899, tomo 3, No. 4, págs. 53, 54. En la
mayor parte del país fué tanta la obscuridad durante el día, que la
gente no podía decir qué hora era ni por reloj de bolsillo ni por reloj
de pared. Tampoco pudo comer, ni atender a los quehaceres de casa
sin vela prendida...
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“La extensión de esta obscuridad fué también muy notable. Se la
observó al este hasta Falmouth, y al oeste, hasta la parte más lejana
del estado de Connecticut y en la ciudad de Albany; hacia el sur
fué observada a lo largo de toda la costa, y por el norte lo fué hasta
donde se extendían las colonias americanas.”—Guillermo Gordon,
History of the Rise, Progress, and Establishment of the Independence
of the U.S.A.,
tomo 3, pág. 57.
La profunda obscuridad del día fué seguida, una o dos horas
antes de la caída de la tarde, por un aclaramiento parcial del cielo,
pues apareció el sol, aunque obscurecido por una neblina negra y
densa. “Después de la puesta del sol, las nubes volvieron a apiñarse
y obscureció muy pronto.” “La obscuridad de la noche no fué me-
nos extraordinaria y terrorífica que la del día, pues no obstante ser
casi tiempo de luna llena, ningún objeto se distinguía sin la ayuda
de luz artificial, la cual vista de las casas vecinas u otros lugares