Un gran despertar religioso
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que vale la pena sentarse y estudiar. Y así se gana la causa.”—
Gaussen,
Daniel le Prophète,
tomo 2, prefacio.
El esfuerzo fué recompensado. Al dirigirse a los niños, tuvo el
gusto de ver acudir a la reunión a personas mayores. Las galerías
de su iglesia se llenaban de oyentes atentos. Entre ellos había hom-
bres de posición y saber, así como extranjeros y otras personas que
estaban de paso en Ginebra; y así el mensaje era llevado a otras
partes.
Animado por el éxito, Gaussen publicó sus lecciones, con la
esperanza de promover el estudio de los libros proféticos en las
iglesias de los pueblos que hablan francés. “Publicar las lecciones
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dadas a los niños—dice Gaussen,—equivale a decir a los adultos,
que hartas veces descuidan la lectura de dichos libros so pretexto
de que son obscuros: ‘¿Cómo pueden serlo, cuando vuestros niños
los entienden?’ ” “Tenía un gran deseo—agrega,—de popularizar el
conocimiento de las profecías entre nuestros rebaños, en cuanto fuera
posible.” “En realidad no hay estudio que parezca responder mejor a
las necesidades de la época.” “Por medio de él debemos prepararnos
para la tribulación cercana y velar, y esperar a Jesucristo.”
Aunque Gaussen era uno de los predicadores más distinguidos y
de mayor aceptación entre el público de idioma francés, fué suspen-
dido del ministerio por el delito de haber hecho uso de la Biblia al
instruir a la juventud, en lugar del catecismo de la iglesia, manual
insípido y racionalista, casi desprovisto de fe positiva. Posteriormen-
te fué profesor en una escuela de teología, sin dejar de proseguir su
obra de catequista todos los domingos, dirigiéndose a los niños e
instruyéndolos en las Sagradas Escrituras. Sus obras sobre las profe-
cías despertaron también mucho interés. Desde la cátedra, desde las
columnas de la prensa y por medio de su ocupación favorita como
maestro de los niños, siguió aún muchos años ejerciendo extensa
influencia y llamando la atención de muchos hacia el estudio de las
profecías que enseñaban que la venida del Señor se acercaba.
El mensaje del advenimiento fué proclamado también en Escan-
dinavia, y despertó interés por todo el país. Muchos fueron turbados
en su falsa seguridad, confesaron y dejaron sus pecados y buscaron
perdón en Cristo. Pero el clero de la iglesia oficial se opuso al mo-
vimiento, y debido a su influencia algunos de los que predicaban
el mensaje fueron encarcelados. En muchos puntos donde los pre-