Página 370 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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Capítulo 22—Una amonestación rechazada
Al predicar la doctrina del segundo advenimiento, Guillermo
Miller y sus colaboradores no tuvieron otro propósito que el de
estimular a los hombres para que se preparasen para el juicio. Habían
procurado despertar a los creyentes religiosos que hacían profesión
de cristianismo y hacerles comprender la verdadera esperanza de
la iglesia y la necesidad que tenían de una experiencia cristiana
más profunda; trabajaron además para hacer sentir a los inconversos
su deber de arrepentirse y de convertirse a Dios inmediatamente.
“No trataron de convertir a los hombres a una secta ni a un partido
religioso. De aquí que trabajasen entre todos los partidos y sectas,
sin entremeterse en su organización ni disciplina.”
Miller aseveró: “En todas mis labores nunca abrigué el deseo ni
el pensamiento de fomentar interés distinto del de las denominacio-
nes existentes, ni de favorecer a una a expensas de otra. Pensé en
ser útil a todas. Suponiendo que todos los cristianos se regocijarían
en la perspectiva de la venida de Cristo, y que aquellos que no pu-
diesen ver las cosas como yo no dejarían por eso de amar a los que
aceptasen esta doctrina, no me figuré que habría jamás necesidad de
tener reuniones distintas. Mi único objeto era el deseo de convertir
almas a Dios, de anunciar al mundo el juicio venidero e inducir a
mis semejantes a que hiciesen la preparación de corazón que les
permitirá ir en paz al encuentro de su Dios. La gran mayoría de los
que fueron convertidos por medio de mi ministerio se unieron a las
diversas iglesias existentes.”—Bliss, 328.
Como su obra tendía a la edificación de las iglesias, se la miró
durante algún tiempo con simpatía. Pero cuando los ministros y
los directores de aquéllas se declararon contra la doctrina del ad-
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venimiento y quisieron sofocar el nuevo movimiento, no sólo se
opusieron a ella desde el púlpito, sino que además negaron a sus
miembros el derecho de asistir a predicaciones sobre ella y hasta
de hablar de sus esperanzas en las reuniones de edificación mutua
en la iglesia. Así se vieron reducidos los creyentes a una situación
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