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El Conflicto de los Siglos
al apartarse del Señor está representado bajo esta figura; y el amor
maravilloso de Dios que ese pueblo despreció, está descrito de modo
conmovedor: “Te di juramento y entré en pacto contigo, dice Jehová
el Señor; y viniste a ser mía.” “Y fuiste sumamente hermosa, y
prosperaste hasta llegar a dignidad real. Y salió tu renombre entre
las naciones, en atención a tu hermosura, la cual era perfecta, a
causa de mis adornos que yo había puesto sobre ti... Mas pusiste tu
confianza en tu hermosura, y te prostituíste a causa de tu renombre.”
“Así como una mujer es desleal a su marido, así vosotros habéis sido
desleales para conmigo, oh casa de Israel, dice Jehová.” “¡Ah, mujer
adúltera, que en vez de tu marido admites los extraños!”
Ezequiel
16:8, 13-15, 32
;
Jeremías 3:20 (VM)
.
En el Nuevo Testamento se hace uso de un lenguaje muy pa-
recido para con los cristianos profesos que buscan la amistad del
mundo más que el favor de Dios. El apóstol Santiago dice: “¡Almas
adúlteras! ¿no sabéis acaso que la amistad del mundo es enemistad
contra Dios? Aquel pues que quisiere ser amigo del mundo, se hace
enemigo de Dios.”
Santiago 4:4 (VM)
.
La mujer Babilonia de
Apocalipsis 17
está descrita como “vesti-
da de púrpura y escarlata, y adornada de oro y piedras preciosas y
perlas, teniendo en su mano un cáliz de oro, lleno de abominaciones,
es decir, las inmundicias de sus fornicaciones; y en su frente tenía
un nombre escrito:
Misterio: Babilonia la grande, madre de las
rameras.”
El profeta dice: “Ví a aquella mujer embriagada de la
sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús.” Se
declara además que Babilonia “es aquella gran ciudad, la cual tiene
el imperio sobre los reyes de la tierra.”
Apocalipsis 17:16, 18 (VM)
.
La potencia que por tantos siglos dominó con despotismo sobre los
monarcas de la cristiandad, es Roma. La púrpura y la escarlata, el
oro y las piedras preciosas y las perlas describen como a lo vivo
la magnificencia y la pompa más que reales de que hacía gala la
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arrogante sede romana. Y de ninguna otra potencia se podría decir
con más propiedad que estaba “embriagada de la sangre de los san-
tos” que de aquella iglesia que ha perseguido tan cruelmente a los
discípulos de Cristo. Se acusa además a Babilonia de haber tenido
relaciones ilícitas con “los reyes de la tierra.” Por su alejamiento del
Señor y su alianza con los paganos la iglesia judía se transformó
en ramera; Roma se corrompió de igual manera al buscar el apo-