Página 397 - El Conflicto de los Siglos (1954)

Basic HTML Version

Profecías cumplidas
393
unos con otros en tributar honor a su Rey. Muchos tendían sus ropas
como alfombra en su camino, y esparcían ante él palmas frondosas.
En su gozo y entusiasmo untan sus voces a la alegre aclamación:
“¡Hosanna al Hijo de David!” Cuando los fariseos, incomodados y
airados por esta explosión de regocijo, expresaron el deseo de que
Jesús censurara a sus discípulos, él contestó: “Si éstos callaten, las
piedras clamarán.”
Lucas 19:40
. Las profecías deben cumplirse. Los
discípulos estaban cumpliendo el propósito de Dios; sin embargo un
duro contratiempo les estaba reservado. Pocos días pasaron antes
que fueran testigos de la muerte atroz del Salvador y de su sepultura.
Su expectación no se había realizado, y sus esperanzas murieron con
Jesús. Fué tan sólo cuando su Salvador hubo salido triunfante del
sepulcro cuando pudieron darse cuenta de que todo había sido predi-
cho por la profecía, y de “que era necesario que el Mesías padeciese,
y resucitase de entre los muertos.”
Hechos 17:3 (VM)
.
Quinientos años antes, el Señor había declarado por boca del
profeta Zacarías: “¡Regocíjate en gran manera, oh hija de Sión!
¡rompe en aclamaciones, oh hija de Jerusalem! he aquí que viene a
ti tu rey, justo y victorioso, humilde, y cabalgando sobre un asno,
es decir, sobre un pollino, hijo de asna.”
Zacarías 9:9 (VM)
. Si los
discípulos se hubiesen dado cuenta de que Cristo iba al encuentro
del juicio y de la muerte, no habrían podido cumplir esta profecía.
Del mismo modo, Miller y sus compañeros cumplieron la pro-
fecía y proclamaron un mensaje que la Inspiración había predicho
[457]
que iba a ser dado al mundo, pero que ellos no hubieran podido dar
si hubiesen entendido por completo las profecías que indicaban su
contratiempo y que presentaban otro mensaje que debía ser predica-
do a todas las naciones antes de la venida del Señor. Los mensajes
del primer ángel y del segundo fueron proclamados en su debido
tiempo, y cumplieron la obra que Dios se había propuesto cumplir
por medio de ellos.
El mundo había estado observando, y creía que todo el siste-
ma adventista sería abandonado en caso de que pasase el tiempo
sin que Cristo viniese. Pero aunque muchos, al ser muy tentados,
abandonaron su fe, hubo algunos que permanecieron firmes. Los
frutos del movimiento adventista, el espíritu de humildad, el examen
del corazón, la renunciación al mundo y la reforma de la vida, que
habían acompañado la obra, probaban que ésta era de Dios. No se