La fe de los mártires
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resurrección mejor.”
Vers. 35 (VM)
. Recordaban que su Maestro
había dicho que cuando fuesen perseguidos por causa de Cristo de-
bían regocijarse mucho, pues grande sería su galardón en los cielos;
porque así fueron perseguidos los profetas antes que ellos. Se alegra-
ban de que se los hallara dignos de sufrir por la verdad, y entonaban
cánticos de triunfo en medio de las crepitantes hogueras. Mirando
hacia arriba por la fe, veían a Cristo y a los ángeles que desde las
almenas del cielo los observaban con el mayor interés y apreciaban
y aprobaban su entereza. Descendía del trono de Dios hasta ellos
una voz que decía: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de
la vida.”
Apocalipsis 2:10
.
Vanos eran los esfuerzos de Satanás para destruir la iglesia de
Cristo por medio de la violencia. La gran lucha en que los discípulos
de Jesús entregaban la vida, no cesaba cuando estos fieles portaes-
tandartes caían en su puesto. Triunfaban por su derrota. Los siervos
de Dios eran sacrificados, pero su obra seguía siempre adelante. El
Evangelio cundía más y más, y el número de sus adherentes iba en
aumento. Alcanzó hasta las regiones inaccesibles para las águilas de
Roma. Dijo un cristiano, reconviniendo a los jefes paganos que atiza-
ban la persecución: “Atormentadnos, condenadnos, desmenuzadnos,
que vuestra maldad es la prueba de nuestra inocencia... De nada
os vale ... vuestra crueldad.” No era más que una instigación más
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poderosa para traer a otros a su fe. “Más somos cuanto derramáis
más sangre; que la sangre de los cristianos es semilla.”—Tertuliano,
Apología,
párr. 50.
Miles de cristianos eran encarcelados y muertos, pero otros los
reemplazaban. Y los que sufrían el martirio por su fe quedaban ase-
gurados para Cristo y tenidos por él como conquistadores. Habían
peleado la buena batalla y recibirían la corona de gloria cuando Cris-
to viniese. Los padecimientos unían a los cristianos unos con otros
y con su Redentor. El ejemplo que daban en vida y su testimonio
al morir eran una constante atestación de la verdad; y donde menos
se esperaba, los súbditos de Satanás abandonaban su servicio y se
alistaban bajo el estandarte de Cristo.
En vista de esto Satanás se propuso oponerse con más éxito al
gobierno de Dios implantando su bandera en la iglesia cristiana.
Si podía engañar a los discípulos de Cristo e inducirlos a ofender