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El Conflicto de los Siglos
Les expone en el lenguaje más claro el maravilloso conocimiento
y poder que pueden poseer como hijos e hijas del Altísimo. De
ellos estaba el que fueran “fortalecidos con poder, por medio de
su Espíritu, en el hombre interior,” y “arraigados y cimentados en
amor,” para poder “comprender, con todos los santos, cuál sea la
anchura, y la longitud, y la altura y la profundidad—y conocer el
amor de Cristo, que sobrepuja a todo conocimiento.” Pero la oración
del apóstol alcanza al apogeo del privilegio cuando ruega que sean
“llenos de ello, hasta la medida de toda la plenitud de Dios.”
Efesios
3:16-19 (VM)
.
Así se ponen de manifiesto las alturas de la perfección que pode-
mos alcanzar por la fe en las promesas de nuestro Padre celestial,
cuando cumplimos con lo que él requiere de nosotros. Por los méri-
tos de Cristo tenemos acceso al trono del poder infinito. “El que aun
a su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por todos nosotros,
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¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”
Romanos 8:32
.
El Padre dió a su Hijo su Espíritu sin medida, y nosotros podemos
participar también de su plenitud. Jesús dice: “Pues si vosotros,
siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto
más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo pi-
dieren de él?”
Lucas 11:13
. “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo
haré.” “Pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.”
Juan 14:14
;
16:24
.
Si bien la vida del cristiano ha de ser caracterizada por la humil-
dad, no debe señalarse por la tristeza y la denigración de sí mismo.
Todos tienen el privilegio de vivir de manera que Dios los apruebe
y los bendiga. No es la voluntad de nuestro Padre celestial que es-
temos siempre en condenación y tinieblas. Marchar con la cabeza
baja y el corazón lleno de preocupaciones relativas a uno mismo
no es prueba de verdadera humildad. Podemos acudir a Jesús y ser
purificados, y permanecer ante la ley sin avergonzarnos ni sentir
remordimientos. “Ahora pues, ninguna condenación hay para los
que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, mas
conforme al Espíritu.”
Romanos 8:1
.
Por medio de Jesús, los hijos caídos de Adán son hechos “hijos
de Dios.” “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno
son todos: por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos.”
Hebreos 2:11
. La vida del cristiano debe ser una vida de fe, de