La verdadera conversión es esencial
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un ejemplo de temperancia, abnegación y sacrificio de sí mismos.
Serían entonces la luz del mundo.
El mundo está entregado a la sensualidad. “La concupiscencia
de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida”
gobiernan las masas del pueblo. Pero los discípulos de Cristo son
llamados a una vida santa. “Salid de en medio de ellos, y apartaos,
dice el Señor, y no toquéis lo inmundo.” A la luz de la Palabra de
Dios, se justifica el aserto de que la santificación que no produce este
completo desprendimiento de los deseos y placeres pecaminosos del
mundo, no puede ser verdadera.
A aquellos que cumplen con las condiciones: “Salid de en medio
de ellos, y apartaos, ... y no toquéis lo inmundo,” se refiere la promesa
de Dios: “Yo os recibiré, y seré a vosotros Padre, y vosotros me
seréis a mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.”
2 Corintios
6:17, 18
. Es privilegio y deber de todo cristiano tener grande y
bendita experiencia de las cosas de Dios. “Yo soy la luz del mundo—
dice Jesús:—el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la
lumbre de la vida.”
Juan 8:12
. “La senda de los justos es como la
luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.”
Proverbios 4:18
. Cada paso que se da en fe y obediencia pone al
alma en relación más íntima con la luz del mundo, en quien “no
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hay ningunas tinieblas.” Los rayos luminosos del Sol de Justicia
brillan sobre los siervos de Dios, y éstos deben reflejarlos. Así como
las estrellas nos hablan de una gran luz en el cielo, con cuya gloria
resplandecen, así también los cristianos deben mostrar que hay en
el trono del universo un Dios cuyo carácter es digno de alabanza
e imitación. Las gracias de su Espíritu, su pureza y santidad, se
manifestarán en sus testigos.
En su carta a los Colosenses, San Pablo enumera las abundantes
bendiciones concedidas a los hijos de Dios. “No cesamos—dice—de
orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su
voluntad, en toda sabiduría y espiritual inteligencia; para que andéis
como es digno del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda
buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios: corroborados
de toda fortaleza, conforme a la potencia de su gloria, para toda
tolerancia y largura de ánimo con gozo.”
Colosenses 1:9-11
.
Escribe además respecto a su deseo de que los hermanos de
Efeso logren comprender la grandeza de los privilegios del cristiano.