El origen del mal y del dolor
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es la manifestación exterior de un principio en pugna con la gran ley
de amor que es el fundamento del gobierno divino.
Antes de la aparición del pecado había paz y gozo en todo el uni-
verso. Todo guardaba perfecta armonía con la voluntad del Creador.
El amor a Dios estaba por encima de todo, y el amor de unos a otros
era imparcial. Cristo el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno con el
Padre Eterno: uno en naturaleza, en carácter y en designios; era el
único ser en todo el universo que podía entrar en todos los consejos
y designios de Dios. Fué por intermedio de Cristo por quien el Padre
efectuó la creación de todos los seres celestiales. “Por él fueron
creadas todas las cosas, en los cielos, ... ora sean tronos, o dominios,
o principados, o poderes” (
Colosenses 1:16 (VM)
); y todo el cielo
rendía homenaje tanto a Cristo como al Padre.
Como la ley de amor era el fundamento del gobierno de Dios,
la dicha de todos los seres creados dependía de su perfecta armonía
con los grandes principios de justicia. Dios quiere que todas sus
criaturas le rindan un servicio de amor y un homenaje que provenga
de la apreciación inteligente de su carácter. No le agrada la sumisión
forzosa, y da a todos libertad para que le sirvan voluntariamente.
Pero hubo un ser que prefirió pervertir esta libertad. El pecado
nació en aquel que, después de Cristo, había sido el más honrado
por Dios y el más exaltado en honor y en gloria entre los habitantes
del cielo. Antes de su caída, Lucifer era el primero de los querubines
que cubrían el propiciatorio santo y sin mácula. “Así dice Jehová el
Señor: ¡Tú eres el sello de perfección, lleno de sabiduría, y consuma-
do en hermosura! En el Edén, jardín de Dios, estabas; de toda piedra
preciosa era tu vestidura.” “Eras el querubín ungido que cubrías con
tus alas; yo te constituí para esto; en el santo monte de Dios estabas,
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en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en tus
caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que la iniquidad fué
hallada en ti.”
Ezequiel 28:12-15 (VM)
.
Lucifer habría podido seguir gozando del favor de Dios, amado y
honrado por toda la hueste angélica, empleando sus nobles facultades
para beneficiar a los demás y para glorificar a su Hacedor. Pero el
profeta dice: “Se te ha engreído el corazón a causa de tu hermosura;
has corrompido tu sabiduría con motivo de tu esplendor.”
Vers.
17 (VM)
. Poco a poco, Lucifer se abandonó al deseo de la propia
exaltación. “Has puesto tu corazón como corazón de Dios.” “Tú ...