Las asechanzas del enemigo
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Oye sus ardientes oraciones, en que piden a Dios gracia y poder
para sacudir la indiferencia y la indolencia de las almas. Entonces
despliega sus artes con nuevo ardor. Tienta a los hombres para que
cedan a la glotonería o a cualquier otra forma de sensualidad, y
adormece de tal modo su sensibilidad que dejan de oír precisamente
las cosas que más necesitan saber.
Bien sabe Satanás que todos aquellos a quienes pueda inducir
a descuidar la oración y el estudio de las Sagradas Escrituras serán
vencidos por sus ataques. De aquí que invente cuanta estratagema
le es posible para tener las mentes distraídas. Siempre ha habido
una categoría de personas que profesan santidad, y que en lugar
de procurar crecer en el conocimiento de la verdad, hacen consistir
su religión en buscar alguna falta en el carácter de aquellos con
quienes no están de acuerdo, o algún error en su credo. Son los
mejores agentes de Satanás. Los acusadores de los hermanos no son
pocos; siempre son diligentes cuando Dios está obrando y cuando
sus hijos le rinden verdadero homenaje. Son ellos los que dan falsa
interpretación a las palabras y acciones de los que aman la verdad y
la obedecen. Hacen pasar a los más serios, celosos y desinteresados
siervos de Cristo por engañados o engañadores. Su obra consiste en
desnaturalizar los móviles de toda acción buena y noble, en hacer
circular insinuaciones malévolas y despertar sospechas en las mentes
poco experimentadas. Harán cuanto sea imaginable porque aparezca
lo que es puro y recto como corrupto y de mala fe.
Pero nadie necesita dejarse engañar por ellos. Fácil es ver la
filiación que tienen, el ejemplo que siguen y la obra que realizan.
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“Por sus frutos los conoceréis.”
Mateo 7:16
. Su conducta se parece
a la de Satanás, el odioso calumniador, “el acusador de nuestros
hermanos.”
Apocalipsis 12:10
.
El gran seductor dispone de muchos agentes listos para presentar
cualquier error para engañar a las almas, herejías preparadas para
adaptarse a todos los gustos y capacidades de aquellos a quienes
quiere arruinar. Parte de su plan consiste en introducir en la igle-
sia elementos irregenerados y faltos de sinceridad, elementos que
fomenten la duda y la incredulidad y sean un obstáculo para todos
los que desean ver adelantar la obra de Dios y adelantar con ella.
Muchas personas que no tienen verdadera fe en Dios ni en su Pa-
labra, aceptan algún principio de verdad y pasan por cristianos; y