Página 510 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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El Conflicto de los Siglos
corazón sumiso y contrito confesar y abandonar sus pecados y afe-
rrarse con fe a las promesas divinas. Toda tentación, toda influencia
contraria, ya manifiesta o secreta, puede ser resistida victoriosamen-
te: “¡No por esfuerzo, ni con poder, sino por mi Espíritu! dice Jehová
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de los Ejércitos.”
Zacarías 4:6 (VM)
.
“Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a
sus oraciones... ¿Y quién es aquel que os podrá dañar, si vosotros
seguís el bien?”
1 Pedro 3:12, 13
. Cuando Balaam, tentado por la
promesa de ricos regalos, recurrió a encantamientos contra Israel, y
quiso por medio de sacrificios ofrecidos al Señor, invocar una mal-
dición sobre su pueblo, el Espíritu de Dios se opuso a la maldición
que el profeta apóstata trataba de pronunciar y éste se vió obligado
a exclamar: “¿Cómo maldeciré a quien no ha maldecido Dios? ¿y
cómo derramaré imprecaciones donde no las ha derramado Jehová?”
“¡Muera yo de la muerte de los justos, y sea mi postrimería como la
suya!” Después de haber ofrecido otro sacrificio, el profeta impío
dijo: “He aquí que yo he recibido comisión para bendecir; sí, él ha
bendecido, y no podré yo revocarlo. El no ha reparado la iniquidad
en Jacob, y no ha mirado la perversidad en Israel. Jehová su Dios
está con él; y en medio de él suenan vítores de rey.” “Que no hay
hechizo contra Jacob, ni hay adivinación contra Israel. A su tiempo
será dicho de Jacob y de Israel: ¡Mirad lo que ha hecho Dios!” No
obstante se levantaron altares por tercera vez, y Balaam volvió a
hacer un nuevo esfuerzo para maldecir a Israel. Pero, por los labios
rebeldes del profeta, el Espíritu de Dios anunció la prosperidad de
su pueblo escogido y censuró la locura y maldad de sus enemigos:
“¡Sean benditos los que te bendicen, y malditos los que te maldicen!”
Números 23:8, 10, 20, 21, 23
;
24:9 (VM)
.
En aquel tiempo el pueblo de Israel era fiel a Dios; y mientras
siguiera obedeciendo a su ley, ningún poder de la tierra o del infierno
había de prevalecer contra él. Pero la maldición que no se le permitió
a Balaam pronunciar contra el pueblo de Dios, él al fin consiguió
atraerla sobre dicho pueblo arrastrándolo al pecado. Al quebrantar
Israel los mandamientos de Dios, se separó de él y fué abandonado
al poder del destructor.
Satanás sabe muy bien que el alma más débil pero que permanece
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en Jesús puede más que todas las huestes de las tinieblas, y que si se
presentase abiertamente se le haría frente y se le resistiría. Por esto