Página 552 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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El Conflicto de los Siglos
Se recurrió también a los milagros. Entre otros casos maravillo-
sos, se refería que un campesino que iba a labrar su campo en día
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domingo limpió su arado con un hierro que le penetró en la mano,
y por dos años enteros no lo pudo sacar, “sufriendo con ello mu-
cho dolor y vergüenza.”—Francisco West,
Historical and Practical
Discourse on the Lord’s Day,
pág. 174.
Más tarde, el papa ordenó que los sacerdotes del campo amo-
nestasen a los que violasen el domingo y los indujeran a venir a
la iglesia para rezar, no fuese que atrajesen alguna gran calami-
dad sobre si mismos y sobre sus vecinos. Un concilio eclesiástico
adujo el argumento tan frecuentemente empleado desde entonces,
y hasta por los protestantes, de que en vista de que algunas per-
sonas habían sido muertas por el rayo mientras trabajaban en día
domingo, ése debía ser el día de reposo. “Es evidente—decían los
prelados—cuán grande era el desagrado de Dios al verlos despreciar
ese día.” Luego se dirigió un llamamiento para que los sacerdotes y
ministros, reyes y príncipes y todos los fieles “hicieran cuanto les
fuera posible para que ese día fuese repuesto en su honor y para
que fuese más devotamente observado en lo por venir, para honra de
la cristiandad.”—Tomás Morer,
Discourse in Six Dialogues on the
Name, Notion, and Observation of the Lord’s Day,
pág. 271.
Como los decretos de los concilios resultaran insuficientes, se
instó a las autoridades civiles a promulgar un edicto que inspirase
terror al pueblo y le obligase a abstenerse de trabajar el domingo.
En un sínodo reunido en Roma, todos los decretos anteriores fueron
confirmados con mayor fuerza y solemnidad, incorporados en la ley
eclesiástica y puestos en vigencia por las autoridades civiles en casi
toda la cristiandad . (Véase Heylyn,
History of the Sabbath,
parte 2,
cap. 5, sec. 7.)
A pesar de esto la falta de autoridad bíblica en favor de la ob-
servancia del domingo no originaba pocas dificultades. El pueblo
ponía en tela de juicio el derecho de sus maestros para echar a un
lado la declaración positiva de Jehová: “El séptimo día Sábado es
del Señor tu Dios” a fin de honrar el día del sol. Se necesitaban otros
expedientes para suplir la falta de testimonios bíblicos. Un celoso
defensor del domingo que visitó a fines del siglo XII las iglesias
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de Inglaterra, encontró resistencia por parte de testigos fieles de la
verdad; sus esfuerzos resultaron tan inútiles que abandonó el país