Página 61 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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Capítulo 4—Fieles portaantorchas
Aunque sumida la tierra en tinieblas durante el largo período
de la supremacía papal, la luz de la verdad no pudo apagarse por
completo. En todas las edades hubo testigos de Dios, hombres que
conservaron su fe en Cristo como único mediador entre Dios y los
hombres, que reconocían la Biblia como única regla de su vida y
santificaban el verdadero día de reposo. Nunca sabrá la posteridad
cuánto debe el mundo a esos hombres. Se les marcaba como a
herejes, los móviles que los inspiraban eran impugnados, su carácter
difamado y sus escritos prohibidos, adulterados o mutilados. Sin
embargo permanecieron firmes, y de siglo en siglo conservaron pura
su fe, como herencia sagrada para las generaciones futuras.
La historia del pueblo de Dios durante los siglos de obscuridad
que siguieron a la supremacía de Roma, está escrita en el cielo,
aunque ocupa escaso lugar en las crónicas de la humanidad. Pocas
son las huellas que de su existencia pueden encontrarse fuera de
las que se encuentran en las acusaciones de sus perseguidores. La
política de Roma consistió en hacer desaparecer toda huella de
oposición a sus doctrinas y decretos. Trató de destruir todo lo que
era herético, bien se tratase de personas o de escritos. Las simples
expresiones de duda u objeciones acerca de la autoridad de los
dogmas papales bastaban para quitarle la vida al rico o al pobre, al
poderoso o al humilde. Igualmente se esforzó Roma en destruir todo
lo que denunciase su crueldad contra los disidentes. Los concilios
papales decretaron que los libros o escritos que hablasen sobre el
particular fuesen quemados. Antes de la invención de la imprenta
eran pocos los libros, y su forma no se prestaba para conservarlos, de
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modo que los romanistas encontraron pocos obstáculos para llevar a
cabo sus propósitos.
Ninguna iglesia que estuviese dentro de los límites de la jurisdic-
ción romana gozó mucho tiempo en paz de su libertad de conciencia.
No bien se hubo hecho dueño del poder el papado, extendió los
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