Página 630 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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Capítulo 43—El fin del conflicto
Al fin de los mil años, Cristo regresa otra vez a la tierra. Le
acompaña la hueste de los redimidos, y le sigue una comitiva de
ángeles. Al descender en majestad aterradora, manda a los muertos
impíos que resuciten para recibir su condenación. Se levanta su gran
ejército, innumerable como la arena del mar. ¡Qué contraste entre
ellos y los que resucitaron en la primera resurrección! Los justos
estaban revestidos de juventud y belleza inmortales. Los impíos
llevan las huellas de la enfermedad y de la muerte.
Todas las miradas de esa inmensa multitud se vuelven para
contemplar la gloria del Hijo de Dios. A una voz las huestes de los
impíos exclaman: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”
No es el amor a Jesús lo que les inspira esta exclamación, sino
que el poder de la verdad arranca esas palabras de sus labios. Los
impíos salen de sus tumbas tales como a ellas bajaron, con la misma
enemistad hacía Cristo y el mismo espíritu de rebelión. No disponen
de un nuevo tiempo de gracia para remediar los defectos de su
vida pasada, pues de nada les serviría. Toda una vida de pecado no
ablandó sus corazones. De serles concedido un segundo tiempo de
gracia, lo emplearían como el primero, eludiendo las exigencias de
Dios e incitándose a la rebelión contra él.
Cristo baja sobre el Monte de los Olivos, de donde ascendió
después de su resurrección, y donde los ángeles repitieron la promesa
de su regreso. El profeta dice: “Vendrá Jehová mi Dios, y con él
todos los santos.” “Y afirmaránse sus pies en aquel día sobre el monte
de las Olivas, que está frente de Jerusalem a la parte de oriente: y el
monte de las Olivas, se partirá por medio ... haciendo un muy grande
valle.” “Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová
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será uno, y uno su nombre.”
Zacarías 14:5. 4, 9
. La nueva Jerusalén,
descendiendo del cielo en su deslumbrante esplendor, se asienta en
el lugar purificado y preparado para recibirla, y Cristo, su pueblo y
los ángeles, entran en la santa ciudad.
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