Página 216 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Consejos Sobre la Salud
de mantenerse a sí mismos con el trabajo de sus manos. Si son
dueños de un capital de energía, no serán pobres, aunque no tengan
dinero. Muchas personas que en su juventud fueron ricas, pueden
perder sus riquezas y verse en la necesidad de mantener a sus padres,
hermanos y hermanas. ¡Cuán importante es que cada joven aprenda
a trabajar de tal manera que esté preparado para hacerle frente a
cualquier emergencia! Las riquezas son una maldición cuando sus
poseedores permiten que sean un obstáculo para que sus hijos e hijas
obtengan un conocimiento práctico del trabajo que los capacitará
para tener éxito en la vida diaria.
Con frecuencia, los jóvenes que no son compelidos a trabajar
no realizan suficiente ejercicio físico. Debido a que no ocupan sus
mentes y manos en trabajos activos, adquieren hábitos de indolencia
y a menudo consiguen lo que debe temerse más: una educación
callejera, perdiendo el tiempo ociosamente en las tiendas, fumando,
tomando y jugando a las cartas...
En muchos casos, la pobreza es una bendición, porque evita
que los jóvenes y niños sean arruinados por la inactividad. Las
facultades físicas y mentales deben ser cultivadas y desarrolladas
adecuadamente. La preocupación básica y constante de los padres
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debiera ser que sus hijos tengan cuerpos bien desarrollados, de
tal manera que lleguen a ser hombres y mujeres saludables. Es
imposible que este objetivo se alcance sin ejercicio físico. A los
niños se les debe enseñar a trabajar, para beneficio de su salud
física y moral, aunque no se tenga la necesidad económica. Si han
de poseer caracteres puros y virtuosos, deben tener la disciplina
de un trabajo bien regulado, que ejercite todos los músculos. La
satisfacción que los niños tendrán al sentirse útiles y al negarse a
sí mismos para ayudar a otros, será el placer más saludable que
puedan experimentar. ¿Por qué debieran los ricos perder esta gran
bendición?
La indolencia es abominable
Padres, la inactividad es la mayor maldición que puede caer
sobre la juventud. No deben permitir que sus hijas permanezcan en
cama, desperdiciando las preciosas horas de la mañana que Dios les
concede para que las utilicen de la manera más provechosa y de las