Página 262 - Consejos Sobre la Salud (1989)

Basic HTML Version

258
Consejos Sobre la Salud
ungüento sobre la cabeza de Jesús, el codicioso Judas hizo un ruego
en favor de los pobres y se quejó por lo que consideró un desperdicio
de dinero. Pero Jesús vindicó el acto diciendo: “Dejadla; ¿por qué
la molestáis? Buena obra me ha hecho”. “De cierto os digo que
dondequiera que se predique este Evangelio, en todo el mundo,
también se contará lo que ésta ha hecho para memoria de ella”.
Marcos 14:6, 9
. Con esto se nos enseña que Cristo debía ser honrado
por medio de la consagración de lo mejor de nuestros bienes. Si
dirigiéramos toda nuestra atención a aliviar las necesidades de los
pobres, la causa de Dios sería descuidada. Ni los unos ni la otra
sufrirán si sus mayordomos cumplen su deber, pero la causa de
Cristo debe venir primero.
Los pobres debieran tratarse con tanto interés y atención como
los ricos. La práctica de honrar a los ricos y despreciar y descuidar a
los pobres es un delito a la vista de Dios. Los que están rodeados
por todas las comodidades de la vida, o que reciben atenciones
especiales del mundo porque son ricos, no experimentan la necesidad
de simpatía y de tierna consideración como las personas cuyas vidas
han sido una larga lucha con la pobreza. Estos últimos tienen muy
poco en esta vida que los haga felices o alegres, debido a lo cual
apreciarían las manifestaciones de simpatía y amor. Los médicos y
sus colaboradores en ningún caso debieran descuidar a esta clase,
porque al hacerlo pueden descuidar a Cristo en la persona de sus
santos.
Responsabilidades de la iglesia
Nuestro sanatorio fue levantado para beneficiar a la humanidad
doliente, tanto a los ricos como a los pobres, en todo el mundo. Mu-
chas de nuestras iglesias tienen muy poco interés en esta institución,
[227]
a pesar de que cuentan con evidencia suficiente de que es uno de los
instrumentos designados por Dios para llevar a hombres y mujeres
bajo la influencia de la verdad y para salvar muchas almas. Las
iglesias que tienen pobres en su congregación no debieran descuidar
su mayordomía y arrojar la carga de los pobres y enfermos sobre el
sanatorio. Todos los miembros de las diversas iglesias son responsa-
bles delante de Dios por los afligidos. Debieran llevar sus propias
cargas. Si tienen enfermos entre ellos, que desean que reciban el