Página 286 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Consejos Sobre la Salud
deben tener una fe que obre por amor y que purifique el alma. Pi-
diendo constantemente las bendiciones que necesitan, deben cerrar
las ventanas de su alma a la atmósfera contaminada del mundo y
abrirlas, por el contrario, hacia el cielo, para dejar entrar los brillantes
rayos del Sol de justicia.
¿Quién se está preparando para encargarse de una manera in-
teligente de la obra médica misionera? Los que acuden a recibir
cuidados en nuestros sanatorios deben, mediante esta obra, ser con-
ducidos al Salvador y aprender a unir su debilidad a la fuerza de él.
Cada obrero debe ser inteligente y capaz; y entonces podrá presentar
de una manera amplia y elevada la verdad tal cual es en Jesús.
Los que trabajan en nuestros sanatorios están constantemente
expuestos a la tentación. Serán puestos en relación con incrédulos, y
los que no están firmes en la verdad sufrirán por este contacto. Pero
los que moran en Cristo arrostrarán a los incrédulos como lo hizo
Cristo mismo. Inflexibles en su obediencia, estarán siempre listos
para decir una palabra buena en el momento oportuno y a esparcir
la simiente de la verdad. Perseverarán en la oración; mantendrán
su integridad y darán cada día pruebas de cuán consecuente es su
religión. La influencia de tales empleados será una bendición para
muchos. Mediante una vida bien ordenada, conducirán almas a la
cruz. Un verdadero cristiano confiesa constantemente a su Salvador.
Está siempre gozoso, listo para dirigir palabras de esperanza y de
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consuelo a los que sufren.
“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”.
Proverbios
1:7
. Una frase de la Escritura tiene más valor que diez mil ideas
o argumentos humanos. Los que se niegan a seguir los planes de
Dios oirán finalmente la sentencia: “Apartaos de mí”. Mas si nos
sometemos a la voluntad de Dios, el Señor Jesús dirigirá nuestra
mente y dará seguridad a nuestros labios. Podremos ser fuertes en el
Señor y en la potencia de su fortaleza. Al recibir a Cristo, quedamos
revestidos de su potencia. Cuando el Salvador habita en nosotros, su
fuerza viene a ser nuestra; su verdad es nuestro capital, y ninguna
injusticia se advierte en nuestra vida. Llegaremos a poder decir
palabras oportunas a quienes no conocen la verdad. La presencia de
Cristo en el corazón es una potencia vivificadora, que fortalece todo
el ser.