La violación de la ley física
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la naturaleza es una transgresión continua de la ley de Dios. Si
los seres humanos hubieran obedecido siempre la ley de los Diez
Mandamientos, practicando en sus vidas los principios de dichos
preceptos, hoy no existiría la maldición de las enfermedades que
inundan al mundo...
Cuando los seres humanos toman cualquier curso de acción que
los hace derrochar su vitalidad o que anubla su intelecto, pecan
contra Dios; no lo glorifican por medio del cuerpo y del espíritu
que le pertenecen. Pero a pesar de que el hombre lo ha insultado, el
amor de Dios todavía se extiende a la raza humana, concediéndole
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la luz, capacitando a la gente para ver que si desean llevar una vida
perfecta necesitan obedecer las leyes naturales que gobiernan el ser.
Entonces, ¡cuán importante es que las personas caminen en esa luz,
y que ejerciten todas las energías, tanto del cuerpo como de la mente,
para glorificar a Dios!
El pueblo de Dios debe mantenerse puro
Vivimos en un mundo que se opone a la justicia y la pureza
del carácter, y especialmente a la acción de crecer en la gracia.
Hacia dondequiera que se mire, se ve contaminación y corrupción,
deformidad y pecado. ¡Cuánta diferencia hay entre todo esto y la
obra que debe cumplirse en nosotros justamente antes de recibir el
don de la inmortalidad! En estos últimos días los elegidos de Dios
deben mantenerse sin mancha en medio de las corrupciones que
pululan alrededor de ellos. Si se ha de realizar esta obra, necesita
comenzarse de inmediato, inteligentemente y con fervor. El Espíritu
de Dios debe tener un control perfecto, e influir sobre cada acción.
La reforma de la salud es uno de los aspectos de la gran obra des-
tinada a preparar un pueblo para la venida del Señor. Se encuentra
tan estrechamente unida con el mensaje del tercer ángel como lo está
la mano con el cuerpo. Los seres humanos han considerado liviana-
mente la ley de los Diez Mandamientos; sin embargo el Señor no
vendrá a castigar a los transgresores de su ley sin enviarles primero
un mensaje de amonestación. Los hombres y las mujeres no pueden
violar las leyes naturales mediante la complacencia de sus apetitos
depravados y pasiones carnales, sin violar la ley de Dios. Por eso él
ha permitido que brille sobre nosotros la reforma de la salud para