Página 371 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Un llamamiento responsable
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En él se verificó la promesa: “Yo honraré a los que me honran”.
1
Samuel 2:30
.
El médico joven tiene acceso al Dios de Daniel. Por la gracia y el
poder divinos, puede llegar a ser tan eficiente en su vocación como
Daniel en su exaltada posición. Pero es un error hacer de la prepa-
ración científica lo de suma importancia y descuidar los principios
religiosos que son el mismo fundamento del éxito en el ejercicio de
la profesión. A muchos se los alaba como hombres hábiles en su
profesión, a pesar de que desprecian la idea de que necesitan confiar
en Jesús para obtener sabiduría en su trabajo. Pero si estos hombres
que confían en sus conocimientos de la ciencia fuesen iluminados
por la luz del cielo, ¡a cuánta mayor excelencia podrían alcanzar!
¡Cuánto más fuertes serían sus facultades, con cuánta mayor con-
fianza podrían atender los casos difíciles! El hombre que se vincula
estrechamente con el gran Médico del alma y del cuerpo, tiene a
su disposición los recursos del cielo y de la tierra, y puede obrar
con una sabiduría y una precisión infalibles, que el impío no puede
poseer.
Aquellos a quienes se ha confiado el cuidado de los enfermos,
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ya sean médicos o enfermeras, debieran recordar que su obra debe
soportar el escrutinio del penetrante ojo de Jehová. No existe campo
misionero más importante que el ocupado por los médicos fieles y
temerosos de Dios. No existe otro campo en el que un hombre pueda
realizar mayor bien o ganar más joyas que brillarán en la corona de
su regocijo. Puede llevar la gracia de Cristo, como dulce perfume,
a los cuartos de los enfermos y visitas; puede llevar el verdadero
bálsamo sanador al alma enferma por el pecado. Puede dirigir la
atención de los enfermos y los moribundos al Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo. No debiera escuchar a los que dicen que
es peligroso hablar de los intereses eternos a aquellos cuyas vidas
corren peligro, por temor a empeorarlos, porque en nueve casos de
cada diez, el conocimiento de un Salvador que perdona el pecado
los mejorará tanto de la mente como del cuerpo. Jesús puede limitar
el poder de Satanás. El es el médico en quien el alma enferma por
el pecado puede confiar para que cure las enfermedades del cuerpo
tanto como las del alma.
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