Peligros y oportunidades
Sanatorio, California,
junio 3, 1907.
El médico se encuentra en una posición difícil. Se verá asediado
por fuertes tentaciones, y a menos que sea protegido por el poder de
Dios, lo que oiga y vea en su trabajo lo desanimará y contaminará su
alma. Sus pensamientos deben elevarse constantemente hacia Dios.
Esta es su única seguridad. Un médico tiene numerosas oportuni-
dades para ganar almas para Dios, para animar a los desanimados
y aliviar la desesperación que invade el alma cuando el cuerpo es
torturado por el dolor.
Pero algunos que han elegido la profesión médica son apartados
con demasiada facilidad de los deberes que corresponden a un médi-
co. Algunos debilitarán sus facultades por utilizarlas mal, de modo
que no pueden rendir a Dios un servicio perfecto. Se colocan donde
no pueden actuar con vigor, tacto y habilidad, y no comprenden que
al desentenderse de las leyes de la salud se tornan deficientes y en
esa forma roban y deshonran a Dios.
Los médicos no debieran permitir que su atención se distraiga
de su trabajo; tampoco debieran confinarse tan estrechamente a su
trabajo profesional que se perjudiquen la salud. Obrando con el
temor de Dios, debieran utilizar con sabiduría la fortaleza que Dios
les ha dado. Nunca debieran pasar por alto los medios que Dios ha
provisto para la preservación de la salud. Tienen el deber de colocar
bajo el control de la razón toda facultad que Dios les ha dado.
El valor del reposo, el estudio y la oración
El médico, más que nadie, debiera tomar seguido horas de des-
canso regulares hasta donde sea posible. Esto le proporcionará la
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capacidad de resistir mientras lleva a cabo la pesada carga de su
trabajo. El médico, en su ocupada vida encontrará que la investiga-
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