Página 460 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Consejos Sobre la Salud
de las tinieblas serán sacadas a luz. Los pensamientos, los intentos
y los propósitos del corazón serán revelados. Todas las cosas están
desnudas y abiertas a los ojos de Aquel con quien tenemos que tratar.
Los obreros deben llevar a Jesús consigo a todo departamento de
trabajo. Cualquier cosa que hagan, deben hacerla con una exactitud
y un esmero que soporten la inspección. Deben poner su corazón en
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el trabajo. La fidelidad es tan esencial en los deberes comunes de la
vida como en los que entrañan mayor responsabilidad. Algunos pue-
den concebir la idea de que su trabajo no es ennoblecedor; pero su
trabajo es precisamente lo que ellos quieren hacerlo. Ellos solos son
capaces de degradar o elevar su empleo. Quisiéramos que cada zán-
gano se viese obligado a trabajar para ganar su pan cotidiano; porque
el trabajo es una bendición, no una maldición. La labor diligente nos
preservará de muchas trampas de Satanás, quien “encuentra siempre
algún trabajo perjudicial para las manos ociosas”.
No os avergoncéis del trabajo
Ninguno de nosotros debe avergonzarse de su trabajo, por hu-
milde y servil que parezca, pues es ennoblecedor. Todos los que
trabajan, ya sea con la mente o con las manos, cumplen con su deber
y honran su religión, tanto mientras lavan la ropa o los platos como
cuando van a la reunión. Mientras las manos se dedican al trabajo
más común, la mente puede ser elevada y ennoblecida por pensa-
mientos puros y santos. Cuando cualquiera de los obreros manifiesta
falta de respeto por las cosas religiosas, debe ser separado de la obra.
Nadie piense que la institución depende de él.
Los que han estado empleados largo tiempo en nuestras institu-
ciones, debieran ser ahora obreros responsables, dignos de confianza
en todo lugar, tan fieles al deber como la brújula al polo. Si ellos
hubiesen aprovechado debidamente sus oportunidades, podían tener
ahora un carácter simétrico y una profunda y viva experiencia en
las cosas religiosas. Pero algunos de estos obreros se han separado
de Dios. Han puesto a un lado la religión. Esta no constituye más
un principio labrado en ellos, cuidadosamente apreciada doquiera
estén, no importa con quienes se encuentren, y no les resulta un
ancla para el alma. Quisiera que todos los obreros consideraran
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cuidadosamente que el éxito, tanto en esta vida como para alcanzar