Página 629 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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El ejercicio y la alimentación
Los predicadores, maestros y alumnos no se enteran como de-
bieran de la necesidad del ejercicio al aire libre. Descuidan este
deber, que es de lo más esencial para la conservación de la salud. Se
aplican detenidamente al estudio de los libros, e ingieren la alimenta-
ción de un trabajador manual. Con tales hábitos, algunos adquieren
corpulencia porque el organismo está obstruido. Otros enflaquecen
y se debilitan, porque sus fuerzas vitales se agotan con el trabajo
de desechar el exceso de alimentos; el hígado se recarga y le es
imposible eliminar las impurezas de la sangre; y la enfermedad
es el resultado. Si el ejercicio físico se combinase con el mental,
se apresuraría la circulación de la sangre, la acción del corazón
sería más perfecta, las impurezas se eliminarían, y todo el cuerpo
experimentaría nueva vida y vigor.
El sistema nervioso alterado
Cuando los ministros, los maestros y los estudiantes excitan
continuamente su cerebro por el estudio, y dejan el cuerpo inactivo,
los nervios que controlan las emociones se recargan, mientras que
los nervios que controlan el movimiento permanecen inactivos. Al
usarse solamente los órganos mentales, éstos se desgastan y debilitan,
mientras que los músculos pierden su vigor por falta de actividad. No
hay inclinación a ejercitar los músculos mediante el trabajo físico,
porque el ejercicio parece penoso.
Los ministros de Cristo, que profesan ser sus representantes, de-
ben seguir su ejemplo, y ante todo deben adquirir hábitos de estricta
temperancia. Deben mantener la vida y el ejemplo de Cristo delante
de la gente por medio de su propia vida abnegada, renunciamiento y
activa generosidad. Cristo venció el apetito en favor de los hombres;
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y en su lugar ellos deben presentar a los demás un ejemplo digno
de ser imitado. Los que no sienten la necesidad de dedicarse a la
obra de vencer el apetito, dejarán de obtener preciosas victorias, y
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