El precio de la salud
La salud puede obtenerse por medio de hábitos de vida ade-
cuados y se la puede hacer producir grandes dividendos. Pero este
capital, más precioso que aquel depósito bancario, puede sacrificar-
se debido a la intemperancia en el comer y el beber, o al permitir
que la inacción enmohezca los órganos. Hay que abandonar las
complacencias favoritas, y hay que vencer la pereza.
La razón por la cual muchos de nuestros ministros se quejan de
enfermedad es que no hacen ejercicio suficiente y comen en exceso.
No comprenden que ese comportamiento pone en peligro hasta la
constitución física más fuerte. Los que... tienen un temperamento
lento debieran comer poco y no rehuir el esfuerzo físico. Muchos
de nuestros ministros están cavando sus tumbas con los dientes. El
organismo, al ocuparse de la carga que se coloca sobre los órganos
digestivos, sufre, con lo que se recarga severamente el cerebro. Por
cada ofensa cometida contra las leyes de la salud, el transgresor debe
pagar la pena en su propio cuerpo.
Cuando el apóstol Pablo no se preocupaba activamente en la
predicación, trabajaba en su profesión de fabricante de tiendas. Se
veía obligado a hacerlo por haber aceptado una verdad impopular.
Antes de abrazar el cristianismo, se ocupaba en una posición elevada,
y no dependía de su trabajo manual para su sostén. Entre los judíos
existía la costumbre de enseñar a los hijos alguna profesión manual,
independientemente de la posición elevada que se esperaba que
llenaran, para que en caso de circunstancias adversas no fueran
incapaces de sostenerse a sí mismos. De acuerdo con esta costumbre,
Pablo era fabricante de tiendas; y cuando había gastado sus recursos
para promover la causa de Cristo y para su sostén personal, recurrió
a esa profesión para ganarse la vida.—
Testimonies for the Church
4:408-409 (1880)
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