Página 50 - De la Cuidad al Campo (1977)

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La tierra suplirá nuestras necesidades
“Si se cultiva la tierra, ella proveerá, con la bendición de Dios,
para nuestras necesidades. No tenemos que desanimarnos en cuanto
a las cosas temporales en virtud de fracasos aparentes ni debiéra-
mos descorazonarnos a causa de la tardanza. Debiéramos trabajar el
suelo alegre, esperanzada y agradecidamente, estando persuadidos
de que la tierra encierra en su seno ricas provisiones para el obrero
fiel, provisiones más preciosas que oro y plata. La mezquindad que
se le atribuye es un testimonio falso. Con un cultivo adecuado e
inteligente, la tierra entregará sus tesoros para provecho del hom-
bre. Las montañas y las colinas están cambiando; la tierra se está
envejeciendo como ropa de vestir; empero la bendición del Dios que
tendió mesa para su pueblo en el desierto no cesará jamás.
“Tiempos solemnes hay delante de nosotros y existe gran nece-
sidad de que las familias salgan de las ciudades y se internen en el
campo, a fin de que la verdad pueda llevarse a los vallados así como
a los caminos de la tierra. Mucho depende de que se tracen nuestros
planes de acuerdo con la palabra del Señor y se lleven a término
con perseverante energía. Depende más de la consagrada actividad
y perseverancia que del genio y del estudio de los libros. Todos los
talentos y las aptitudes otorgadas a los agentes humanos, si no se
usan, son de escaso valor.
“Un regreso a los métodos más sencillos será apreciado por los
niños y los jóvenes. El trabajo en la huerta y en el campo constituirá
una variación agradable en la cansadora rutina de las lecciones
abstractas, a las cuales sus jóvenes inteligencias no debieran jamás
ser limitadas. Esta variación será especialmente valiosa para el niño
nervioso que encuentra en los libros lecciones agotadoras y difíciles
de recordar. Hay para él salud y dicha en el estudio de la naturaleza
y las impresiones hechas no desaparecerán de su mente, por cuanto
estarán asociadas con objetos que se hallan constantemente ante sus
ojos”.—
Joyas de los Testimonios 2:444, 445 (1900)
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