Página 53 - De la Cuidad al Campo (1977)

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La vida en el campo es una bendición para los
pobres
“Si los pobres que atestan hoy las ciudades encontrasen casas
en el campo, podrían no sólo ganarse la vida, sino recobrar la salud
y gozar de la felicidad que ahora desconocen. Rudo trabajo, vida
sencilla, estricta economía, y a menudo penalidades y privaciones,
es lo que les tocaría, pero ¡qué bendición sería para ellos dejar la
ciudad, con sus solicitaciones al mal, sus alborotos y sus crímenes,
su miseria y su impureza, para saborear la tranquilidad, la paz y la
pureza del campo!
“Si a muchos de los que viven en las ciudades y que no tienen
ni un metro cuadrado de hierba que pisar, y que año tras año no
han mirado más que patios sucios y estrechos callejones, paredes
de ladrillo y pavimentos, y un cielo nublado de polvo y humo, se
les llevara a algún distrito rural, en medio de campos verdes, de
bosques, collados y arroyos, bajo un cielo claro y con aire fresco y
puro, casi les parecería estar en el paraíso.
“Apartados así del contacto de los hombres y de la dependencia
de ellos, y alejados de los ejemplos, las costumbres y el bullicio
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corruptores del mundo, se acercarían más y más al corazón de la
naturaleza. La presencia de Dios sería para ellos cada vez más real.
Muchos aprenderían a depender de él. Por medio de la naturale-
za oirían la voz de Dios hablar de paz y amor a su corazón, y su
mente, alma y cuerpo corresponderían al poder reconstituyente y
vivificador”.—
El Ministerio de Curación, 143, 144 (1905)
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