Página 42 - El Discurso Maestro de Jesucristo (1956)

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El Discurso Maestro de Jesucristo
responsabilidad y el peso de la cruz, los miembros de la iglesia
deberían dispersarse por todos los países para irradiar la luz de
Cristo y trabajar como él por la salvación de las almas. Así este
“Evangelio del reino” sería pronto llevado a todo el mundo.
De esta manera ha de cumplirse el propósito de Dios al llamar
a su pueblo, desde Abrahán en los llanos de Mesopotamia hasta
nosotros en el siglo actual. Dice: “Haré de ti una nación grande, y
te bendeciré... y serás bendición”. Para nosotros, en esta postrera
generación, son esas palabras de Cristo, que fueron pronunciadas
primeramente por el profeta evangélico y después repercutieron en
el Sermón del Monte: “Levántate, resplandece; porque ha venido
tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti”
Si sobre nuestro
espíritu nació la gloria del Señor, si hemos visto la hermosura del
que es “señalado entre diez mil” y “todo él codiciable”, si nuestra
alma se llenó de resplandor en presencia de su gloria, entonces estas
palabras del Maestro fueron dirigidas a nosotros. ¿Hemos estado
con Cristo en el monte de la transfiguración? Abajo, en la llanura,
hay almas esclavizadas por Satanás que esperan las palabras de fe y
las oraciones que las pongan en libertad.
No sólo hemos de contemplar la gloria de Cristo, sino también
hablar de su excelencia. Isaías no se limitó a contemplar la gloria
de Cristo, sino que también habló de él. Mientras David meditaba,
el fuego ardía; y luego habló con su lengua. Cuando pensaba en el
amor maravilloso de Dios, no podía menos que hablar de lo que veía
y sentía. ¿Quién puede mirar, por la fe en el plan maravilloso de la
salvación, la gloria del Hijo unigénito de Dios, sin hablar de ella?
El amor insondable que se manifestó en la cruz del Calvario por
la muerte de Cristo para que no nos perdiésemos mas tuviésemos
vida eterna, ¿quién lo puede contemplar y no hallar palabras para
ensalzar la gloria del Señor?
“En su templo todos los suyos le dicen gloria”. El dulce cantor
de Israel lo alabó con su arpa, diciendo: “En la hermosura de la
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gloria de tu magnificencia, y en tus hechos maravillosos meditaré.
Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres; y yo
publicaré tu grandeza”
La cruz del Calvario debe levantarse en alto delante de la gente
para que absorba sus espíritus y concentre sus pensamientos. En-
tonces todas las facultades espirituales se vivificarán con el poder