Página 102 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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Capítulo 13—La victoria
Este capítulo está basado en Mateo 4:5-11; Marcos 1:12, 13; Lucas
4:5-13.
“Entonces el diablo le pasa a la santa ciudad, y le pone sobre las
almenas del templo, y le dice: Si eres Hijo de Dios, échate abajo;
que escrito está: A sus ángeles mandará por ti, y te alzarán en las
manos, para que nunca tropieces con tu pie en piedra.”
Satanás supone ahora que ha hecho frente a Jesús en su propio
terreno. El astuto enemigo le presenta palabras procedentes de la
boca de Dios. Se da todavía por un ángel de luz y evidencia conocer
las Escrituras y comprender su significado. Como Jesús empleó
antes la Palabra de Dios para sostener su fe, el tentador la usa ahora
para apoyar su engaño. Pretende haber estado tan sólo probando
la fidelidad de Jesús, y elogia su firmeza. Como el Salvador había
manifestado confianza en Dios, Satanás le insta a dar otra prueba de
su fe.
Pero otra vez la tentación va precedida de la insinuación de
desconfianza: “Si eres Hijo de Dios.” Cristo se sintió tentado a
contestar al “si;” pero se abstuvo de la menor aceptación de la duda.
No podía hacer peligrar su vida a fin de dar pruebas a Satanás.
El tentador pensaba aprovechar de la humanidad de Cristo e
incitarle a la presunción. Pero aunque Satanás puede instar, no puede
obligar a pecar. Dijo, pues, a Jesús: “Echate abajo,” sabiendo que no
podía arrojarle, porque Dios se interpondría para librarle. Ni podía
Satanás obligar a Jesús a arrojarse. A menos que Cristo cediese a la
tentación, no podía ser vencido. Ni aun todo el poder de la tierra o
del infierno podía obligarle a apartarse en un ápice de la voluntad de
su Padre.
El tentador no puede nunca obligarnos a hacer lo malo. No puede
dominar nuestra mente, a menos que la entreguemos a su dirección.
La voluntad debe consentir y la fe abandonar su confianza en Cristo,
antes que Satanás pueda ejercer su poder sobre nosotros. Pero todo
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