Página 103 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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La victoria
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deseo pecaminoso que acariciamos le da un punto de apoyo. Todo
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detalle en que dejamos de alcanzar la norma divina es una puerta
abierta por la cual él puede entrar para tentarnos y destruirnos. Y
todo fracaso o derrota de nuestra parte le da ocasión de vituperar a
Cristo.
Cuando Satanás citó la promesa: “A sus ángeles mandará por ti,”
omitió las palabras: “que te guarden en todos tus caminos;” es decir,
en todos los caminos que Dios haya elegido. Jesús se negó a salir de
la senda de la obediencia. Aunque manifestaba perfecta confianza
en su Padre, no quería colocarse, sin que le fuera ordenado, en una
posición que justificase la intervención de su Padre para salvarle de
la muerte. No quería obligar a la Providencia a acudir en su auxilio,
y dejar de dar al hombre un ejemplo de confianza y sumisión.
Jesús declaró a Satanás: “Escrito está además: No tentarás al
Señor tu Dios.” Estas palabras fueron dirigidas por Moisés a los hijos
de Israel cuando tenían sed en el desierto, y exigieron que Moisés les
diese agua, exclamando: “¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no?
Dios había obrado maravillosamente en favor suyo; sin embargo,
al verse en dificultades, dudaron de él, y exigieron pruebas de que
estaba con ellos. En su incredulidad, trataron de probarle. Satanás
instaba a Cristo a hacer lo mismo. Dios había testificado ya de que
Jesús era su Hijo; y ahora pedir pruebas de que era el Hijo de Dios
era dudar de la Palabra de Dios, era tentarle. Y se podía hacer lo
mismo al pedir lo que Dios no había prometido. Era manifestar
desconfianza; en realidad, tentarle. No debemos presentar nuestras
peticiones a Dios para
probar
si cumplirá su palabra, sino
porque
él
la cumplirá; no para probar que nos ama, sino porque él nos ama.
“Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es menester que el que
a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le
buscan.
Pero la fe no va en ningún sentido unida a la presunción. Sólo el
que tenga verdadera fe se halla seguro contra la presunción. Porque
la presunción es la falsificación satánica de la fe. La fe se aferra a las
promesas de Dios, y produce la obediencia. La presunción también
se aferra a las promesas, pero las usa como Satanás, para disculpar
la transgresión. La fe habría inducido a nuestros primeros padres
a confiar en el amor de Dios, y a obedecer sus mandamientos. La
presunción los indujo a transgredir su ley, creyendo que su gran
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