Página 20 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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El Deseado de Todas las Gentes
amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito.
Lo dió no
sólo para que llevase nuestros pecados y muriese como sacrificio
nuestro; lo dió a la especie caída. Para asegurarnos los beneficios de
su inmutable consejo de paz, Dios dió a su Hijo unigénito para que
llegase a ser miembro de la familia humana, y retuviese para siempre
su naturaleza humana. Tal es la garantía de que Dios cumplirá su
promesa. “Un niño
nos
es nacido, hijo
nos
es dado; y el principado
sobre su hombro.” Dios adoptó la naturaleza humana en la persona
de su Hijo, y la llevó al más alto cielo. Es “el Hijo del hombre”
quien comparte el trono del universo. Es “el Hijo del hombre” cuyo
nombre será llamado: “Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre
eterno, Príncipe de paz.
El YO SOY es el Mediador entre Dios
y la humanidad, que pone su mano sobre ambos. El que es “santo,
inocente, limpio, apartado de los pecadores,” no se avergüenza de
llamarnos hermanos
En Cristo, la familia de la tierra y la familia
del cielo están ligadas. Cristo glorificado es nuestro hermano. El
cielo está incorporado en la humanidad, y la humanidad, envuelta
en el seno del Amor Infinito.
Acerca de su pueblo, Dios dice: “Serán como piedras de una
diadema, relumbrando sobre su tierra. ¡Porque cuán grande es su
bondad! ¡y cuán grande es su hermosura!
La exaltación de los
redimidos será un testimonio eterno de la misericordia de Dios. “En
los siglos venideros,” él revelará “la soberana riqueza de su gracia,
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en su bondad para con nosotros en Jesucristo.” “A fin de que ... sea
dado a conocer a las potestades y a las autoridades en las regiones
celestiales, la multiforme sabiduría de Dios, de conformidad con
el propósito eterno que se había propuesto en Cristo Jesús, Señor
nuestro.
Por medio de la obra redentora de Cristo, el gobierno de Dios
queda justificado. El Omnipotente es dado a conocer como el Dios
de amor. Las acusaciones de Satanás quedan refutadas y su carácter
desenmascarado. La rebelión no podrá nunca volverse a levantar. El
pecado no podrá nunca volver a entrar en el universo. A través de
las edades eternas, todos estarán seguros contra la apostasía. Por el
sacrificio abnegado del amor, los habitantes de la tierra y del cielo
quedarán ligados a su Creador con vínculos de unión indisoluble.
La obra de la redención estará completa. Donde el pecado abun-
dó, sobreabundó la gracia de Dios. La tierra misma, el campo que