276
El Deseado de Todas las Gentes
que no se confundan, él no da a sus hijos todas las indicaciones para
el viaje de su vida de una vez. Les explica tan sólo lo que pueden
recordar y cumplir. La fuerza y sabiduría impartidas son para la
emergencia actual. “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría”—
para hoy,—“demándela a Dios, el cual da a todos abundantemente,
y no zahiere; y le será dada.
“No juzguéis, para que no seáis juzgados.” No os estiméis me-
jores que los demás ni os erijáis en sus jueces. Ya que no podéis
discernir los motivos, no podéis juzgar a otro. Si le criticáis, estáis
fallando sobre vuestro propio caso; porque demostráis ser partípices
[281]
con Satanás, el acusador de los hermanos. El Señor dice: “Exami-
naos a vosotros mismos si estáis en fe; probaos a vosotros mismos.”
Tal es nuestra obra. “Que si nos examinásemos a nosotros mismos,
cierto no seríamos juzgados.
El buen árbol producirá buenos frutos. Si el fruto es desagradable
al paladar e inútil, el árbol es malo. Así también el fruto que se pro-
duce en la vida atestigua las condiciones del corazón y la excelencia
del carácter. Las buenas obras no pueden comprar la salvación, pero
son una evidencia de la fe que obra por el amor y purifica el alma.
Y aunque la recompensa eterna no nos es concedida por causa de
nuestros méritos, estará, sin embargo, en proporción con la obra
hecha por medio de la gracia de Cristo.
Así expuso Cristo los principios de su reino, y demostró que
eran la gran regla de la vida; y para grabar la lección, añadió una
ilustración. No es suficiente, dijo, que oigáis mis palabras. Por la
obediencia debéis hacer de ellas el fundamento de vuestro carácter.
El yo no es sino una arena movediza. Si edificáis sobre teorías e
inventos humanos, vuestra casa caerá. Quedará arrasada por los
vientos de la tentación y las tempestades de la prueba. Pero estos
principios que os he dado permanecerán. Recibidme; edificad sobre
mis palabras.
“Cualquiera pues, que me oye estas palabras, y las hace, le com-
pararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la peña; y
descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y combatieron
aquella casa; y no cayó; porque estaba fundada sobre la peña.”
[282]