Página 357 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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La crisis en Galilea
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temor y dolor. Verse privados de un Salvador, era quedar a la deriva
en un mar sombrío y tormentoso.
Muchas de las palabras y las acciones de Jesús parecen mis-
teriosas para las mentes finitas, pero cada palabra y acto tenía su
propósito definido en la obra de nuestra redención; cada uno estaba
calculado para producir su propio resultado. Si pudiésemos com-
prender sus propósitos, todo parecería importante, completo y en
armonía con su misión.
Aunque no podemos comprender ahora las obras y los caminos
de Dios, podemos discernir su gran amor, que está a la base de todo
su trato con los hombres. El que vive cerca de Jesús comprenderá
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mucho del misterio de la piedad. Reconocerá la misericordia que
administra reprensión, que prueba el carácter y saca a luz el propósito
del corazón.
Cuando Jesús presentó la verdad escrutadora que hizo que tantos
de sus discípulos se volvieran atrás, sabía cuál sería el resultado
de sus palabras; pero tenía un propósito de misericordia que cum-
plir. Preveía que en la hora de la tentación cada uno de sus amados
discípulos sería severamente probado. Su agonía de Getsemaní, su
entrega y crucifixión, serían para ellos una prueba muy penosa. Si no
hubiese venido una prueba anterior, habrían estado relacionados con
ellos muchos impulsados solamente por motivos egoístas. Cuando
su Señor fuese condenado en el tribunal; cuando la multitud que
le había saludado como Rey le silbase y le vilipendiase; cuando la
muchedumbre escarnecedora clamase: “Crucifícale;” cuando sus
ambiciones mundanales fuesen frustradas, estos egoístas, renun-
ciando a su fidelidad a Jesús habrían abrumado el corazón de los
discípulos con una amarga tristeza adicional al pesar y chasco que
sentían al ver naufragar sus esperanzas más caras. En esa hora de
tinieblas, el ejemplo de los que se apartasen de él podría haber arras-
trado a otros con ellos. Pero Jesús provocó esta crisis mientras podía
por su presencia personal fortalecer todavía la fe de sus verdaderos
seguidores.
¡Compasivo Redentor que, en pleno conocimiento de la suerte
que le esperaba, allanó tiernamente el camino para los discípulos, los
preparó para su prueba culminante y los fortaleció para la aflicción
final!
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