Página 368 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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El Deseado de Todas las Gentes
derribado por la muerte de Cristo, esta lección y otras similares, que
señalaban la obra de evangelización que debía hacerse sin restricción
de costumbres o nacionalidad, ejercieron una influencia poderosa en
los representantes de Cristo y dirigieron sus labores.
La visita del Salvador a Fenicia y el milagro realizado allí tenían
un propósito aun más amplio. Esta obra no fué hecha solamente
para la mujer afligida, los discípulos de Cristo y los que recibieran
sus labores, sino también “para que creáis que Jesús es el Cristo,
el Hijo de Dios; y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.
Los mismos factores que separaban de Cristo a los hombres hace
mil ochocientos años están actuando hoy. El espíritu que levantó
el muro de separación entre judíos y gentiles sigue obrando. El
orgullo y el prejuicio han levantado fuertes murallas de separación
entre diferentes clases de hombres. Cristo y su misión han sido mal
representados, y multitudes se sienten virtualmente apartadas del
ministerio del Evangelio. Pero no deben sentirse separadas de Cristo.
No hay barreras que el hombre o Satanás puedan erigir y que la fe
no pueda traspasar.
Con fe, la mujer de Fenicia se lanzó contra las barreras que ha-
bían sido acumuladas entre judíos y gentiles. A pesar del desaliento,
sin prestar atención a las apariencias que podrían haberla inducido a
dudar, confió en el amor del Salvador. Así es como Cristo desea que
confiemos en él. Las bendiciones de la salvación son para cada alma.
Nada, a no ser su propia elección, puede impedir a algún hombre que
llegue a tener parte en la promesa hecha en Cristo por el Evangelio.
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Las castas son algo aborrecible para Dios. El desconoce cuanto
tenga ese carácter. A su vista las almas de todos los hombres tienen
igual valor. “De una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres,
para que habitasen sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado
el orden de los tiempos, y los términos de la habitación de ellos;
para que buscasen a Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen;
aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros.” Sin distinción
de edad, jerarquía, nacionalidad o privilegio religioso, todos están
invitados a venir a él y vivir. “Todo aquel que en él creyere, no será
avergonzado. Porque no hay diferencia.” “No hay judío, ni griego;
no hay siervo, ni libre.” “El rico y el pobre se encontraron: a todos
ellos hizo Jehová.” “El mismo que es Señor de todos, rico es para