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El Deseado de Todas las Gentes
“¿Por qué nosotros no lo pudimos echar fuera?” Jesús les contestó:
“Por vuestra incredulidad; porque de cierto os digo, que si tuviereis
fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí
allá: y se pasará: y nada os será imposible. Mas este linaje no sale
sino por oración y ayuno.” Su incredulidad, que los privaba de sentir
una simpatía más profunda hacia Cristo, y la negligencia con que
habían considerado la obra sagrada a ellos confiada les habían hecho
fracasar en el conflicto con las potestades de las tinieblas.
Las palabras con que Cristo señalara su muerte les habían in-
fundido tristeza y duda. Y la elección de los tres discípulos para
que acompañasen a Jesús a la montaña había excitado los celos
de los otros nueve. En vez de fortalecer su fe por la oración y la
meditación en las palabras de Cristo, se habían estado espaciando
en sus desalientos y agravios personales. En este estado de tinieblas,
habían emprendido el conflicto con Satanás.
A fin de tener éxito en un conflicto tal, debían encarar la obra
con un espíritu diferente. Su fe debía ser fortalecida por la oración
ferviente, el ayuno y la humillación del corazón. Debían despojarse
del yo y ser henchidos del espíritu y del poder de Dios. La súplica
ferviente y perseverante dirigida a Dios con una fe que induce a
confiar completamente en él y a consagrarse sin reservas a su obra,
es la única que puede prevalecer para traer a los hombres la ayuda del
Espíritu Santo en la batalla contra los principados y potestades, los
gobernadores de las tinieblas de este mundo y las huestes espirituales
de iniquidad en las regiones celestiales.
“Si tuviereis fe como un grano de mostaza—dijo Jesús,—diréis a
este monte: Pásate de aquí allá: y se pasará.” Aunque muy pequeña,
la semilla de mostaza contiene el mismo principio vital misterioso
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que produce el crecimiento del árbol más imponente. Cuando la
semilla de mostaza es echada en la tierra, el germen diminuto se
apropia de cada elemento que Dios ha provisto para su nutrición y
emprende prestamente su lozano desarrollo. Si tenemos una fe tal,
nos posesionaremos de la Palabra de Dios y de todos los agentes
útiles que él ha provisto. Así nuestra fe se fortalecerá, y traerá
en nuestra ayuda el poder del Cielo. Los obstáculos que Satanás
acumula sobre nuestra senda, aunque aparentemente tan insuperables
como altísimas montañas, desaparecerán ante el mandato de la fe.
“Nada os será imposible.”
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