Página 418 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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Capítulo 50—Entre trampas y peligros
Este capítulo está basado en Juan 7:16-36, 40-53; 8:1-11.
Todo el tiempo que Jesús pasó en Jerusalén durante la fiesta, fué
seguido por espías. Día tras día se probaban nuevas estratagemas
para reducirle al silencio. Los sacerdotes y gobernantes estaban
atentos para entramparle. Se proponían impedir por la violencia que
obrase. Pero esto no era todo. Querían humillar a este rabino galileo
delante de la gente.
El primer día de su presencia en la fiesta, los gobernantes habían
acudido a él y le habían preguntado con qué autoridad enseñaba.
Querían apartar de él la atención de la gente y atraerla a la cuestión
de su derecho para enseñar y a su propia importancia y autoridad.
“Mi doctrina no es mía—dijo Jesús,—sino de aquel que me
envió. El que quisiere hacer su voluntad, conocerá de la doctrina
si viene de Dios, o si yo hablo de mí mismo.” Jesús hizo frente a
la pregunta de estos sembradores de sospechas, no contestando la
sospecha misma, sino presentando la verdad vital para la salvación
del alma. La percepción y apreciación de la verdad, dijo, dependen
menos de la mente que del corazón. La verdad debe ser recibida en
el alma; exige el homenaje de la voluntad. Si la verdad pudiese ser
sometida a la razón sola, el orgullo no impediría su recepción. Pero
ha de ser recibida por la obra de gracia en el corazón; y su recepción
depende de que se renuncie a todo pecado revelado por el Espíritu
de Dios. Las ventajas del hombre para obtener el conocimiento de
la verdad, por grandes que sean, no le beneficiarán a menos que el
corazón esté abierto para recibir la verdad y renuncie concienzuda-
mente a toda costumbre y práctica opuestas a sus principios. A los
que así se entregan a Dios, con el honrado deseo de conocer y hacer
su voluntad, se les revela la verdad como poder de Dios para su sal-
vación. Estos podrán distinguir entre el que habla de parte de Dios y
el que habla meramente de sí mismo. Los fariseos no habían puesto
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su voluntad de parte de la voluntad de Dios. No estaban tratando de
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