Página 446 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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El Deseado de Todas las Gentes
estáis solitarios y desamparados. Aunque en la tierra vuestro dolor
no toque cuerda sensible alguna en ningún corazón, miradme a mí, y
vivid. “Porque los montes se moverán, y los collados temblarán; mas
no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz vacilará,
dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti.
Por mucho que un pastor pueda amar a sus ovejas, Jesús ama
aún más a sus hijos e hijas. No es solamente nuestro pastor; es
nuestro “Padre eterno.” Y él dice: “Y conozco mis ovejas, y las mías
me conocen. Como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre.”
¡Qué declaración! Es el Hijo unigénito, el que está en el seno del
Padre, a quien Dios ha declarado ser “el hombre compañero mío;
y presenta la comunión que hay entre él y el Padre como figura de la
que existe entre él y sus hijos en la tierra.
Jesús nos ama porque somos el don de su Padre y la recompensa
de su trabajo. El nos ama como a hijos suyos. Lector, él te ama a
ti. El Cielo mismo no puede otorgar nada mayor, nada mejor; por
tanto, confía.
Jesús pensó en todas las almas de la tierra, que estaban engañadas
por los falsos pastores. Aquellas a quienes él anhelaba reunir como
ovejas de su prado estaban esparcidas entre lobos, y dijo: “También
tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también me
conviene traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”
“Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para vol-
verla a tomar.” Es decir, mi Padre os ama tanto, que me ama aun más
porque doy mi vida para redimiros. Al hacerme vuestro substituto y
fiador, mediante la entrega de mi vida, tomando vuestras obligacio-
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nes, vuestras transgresiones, se encarece el amor de mi Padre hacia
mí.
“Pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, mas yo
la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para
volverla a tomar.” Mientras, como miembro de la familia humana, era
mortal, como Dios, era la fuente de la vida para el mundo. Hubiera
podido resistir el avance de la muerte y rehusar ponerse bajo su
dominio; pero voluntariamente puso su vida para sacar a luz la
vida y la inmortalidad. Cargó con el pecado del mundo, soportó su
maldición, entregó su vida en sacrificio, para que los hombres no
muriesen eternamente. “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades,
y sufrió nuestros dolores.... Mas él herido fué por nuestras rebeliones,