Capítulo 60—La ley del nuevo reino
Este capítulo está basado en Mateo 20:20-28; Marcos 10:32-45;
Lucas 18:31-34.
El tiempo de la Pascua se estaba acercando, y de nuevo Jesús
se dirigió hacia Jerusalén. Su corazón tenía la paz de la perfecta
unidad con la voluntad del Padre, y con paso ansioso avanzaba hacia
el lugar del sacrificio. Pero un sentimiento de misterio, de duda y
temor, sobrecogía a los discípulos. El Salvador “iba delante de ellos,
y se espantaban, y le seguían con miedo.”
Otra vez Jesús llamó a sí a los doce, y con mayor claridad que
nunca les explicó su entrega y sufrimientos. “He aquí—dijo él—
subimos a Jerusalén, y serán cumplidas todas las cosas que fueron
escritas por los profetas, del Hijo del hombre. Porque será entregado
a las gentes, y será escarnecido, e injuriado y escupido. Y después
que le hubieren azotado, le matarán: mas al tercer día resucitará. Pero
ellos nada de estas cosas entendían, y esta palabra les era encubierta,
y no entendían lo que se decía.”
¿No habían proclamado poco antes por doquiera: “El reino de
los cielos se ha acercado”? ¿No había prometido Cristo mismo que
muchos se sentarían con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de Dios?
¿No había prometido a cuantos lo habían dejado todo por su causa
cien veces tanto en esta vida y una parte en su reino? ¿Y no había
hecho a los doce la promesa especial de que ocuparían puestos de
alto honor en su reino, a saber que se sentarían en tronos para juzgar
a las doce tribus de Israel? Acababa de decir que debían cumplirse
todas las cosas escritas en los profetas concernientes a él. ¿Y no
habían predicho los profetas la gloria del reino del Mesías? Frente a
estos pensamientos, sus palabras tocante a su entrega, persecución y
muerte parecían vagas y confusas. Ellos creían que a pesar de cuales-
quiera dificultades que pudieran sobrevenir, el reino se establecería
pronto.
Juan, hijo de Zebedeo, había sido uno de los dos primeros dis-
[502]
495