Página 507 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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Zaqueo
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Zaqueo al amor de Cristo consistió en manifestar compasión hacia
el pobre y doliente.
Los publicanos habían formado una confederación para oprimir
al pueblo y ayudarse mutuamente en sus fraudulentas prácticas.
En su extorsión, no estaban sino siguiendo la costumbre que había
llegado a ser casi universal. Aun los sacerdotes y rabinos que los
despreciaban eran culpables de enriquecerse mediante prácticas
deshonestas, bajo el manto de su sagrado cargo. Pero tan pronto
como Zaqueo se rindió a la influencia del Espíritu Santo, abandonó
toda práctica contraria a la integridad.
Ningún arrepentimiento que no obre una reforma es genuino.
La justicia de Cristo no es un manto para cubrir pecados que no
han sido confesados ni abandonados; es un principio de vida que
transforma el carácter y rige la conducta. La santidad es integridad
para con Dios: es la entrega total del corazón y la vida para que
revelen los principios del cielo.
En sus negocios, el cristiano ha de representar delante del mundo
la manera en que nuestro Señor dirigiría las empresas comerciales.
En toda transacción ha de dejar manifiesto que Dios es su maestro.
Ha de escribirse “Santidad al Señor” en el diario y el libro mayor,
en escrituras, recibos y letras de cambio. Los que profesan seguir
a Cristo y comercian de un modo injusto dan un testimonio falso
contra el carácter de un Dios santo, justo y misericordioso. Toda
alma convertida querrá, como Zaqueo, señalar la entrada de Cristo
en su corazón mediante el abandono de las prácticas injustas que
caracterizaban su vida. A semejanza del príncipe de los publicanos,
dará prueba de su sinceridad haciendo restitución. El Señor dice:
“Si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado,
caminare en las ordenanzas de la vida, no haciendo iniquidad ... no
se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido: ... vivirá
ciertarnente.
Si hemos perjudicado a otros en cualquier transacción comercial
injusta, si nos hemos extralimitado en el comercio o defraudado a
algún hombre, aun dentro del marco de la ley, deberíamos confesar
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nuestro agravio y hacer restitución en la medida de lo posible. Es
justo que devolvamos, no solamente lo que hemos tomado, sino todo
lo que se habría ganado con ello si se lo hubiese usado correcta y
sabiamente durante el tiempo que haya estado en nuestro poder.