Página 59 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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La visita de pascua
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Reine la paz dentro de tus muros,
y la abundancia en ... tus palacios.
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La observancia de la Pascua empezó con el nacimiento de la
nación hebrea. La última noche de servidumbre en Egipto, cuando
aun no se veían indicios de liberación, Dios le ordenó que se pre-
parase para una liberación inmediata. El había advertido al faraón
del juicio final de los egipcios, e indicó a los hebreos que reuniesen
a sus familias en sus moradas. Habiendo asperjado los dinteles de
sus puertas con la sangre del cordero inmolado, habían de comer
el cordero asado, con pan sin levadura y hierbas amargas. “Así ha-
béis de comerlo—dijo,—ceñidos vuestros lomos, vuestros zapatos
en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis
apresuradamente: es la Pascua de Jehová.
A la medianoche, todos
los primogénitos de los egipcios perecieron. Entonces el rey envió a
Israel el mensaje: “Salid de en medio de mi pueblo; ... e id, servid a
Jehová, como habéis dicho.
Los hebreos salieron de Egipto como
una nación independiente. El Señor había ordenado que la Pascua
fuese observada anualmente. “Y—dijo él,—cuando os dijeren vues-
tros hijos: ¿Qué rito es este vuestro? vosotros responderéis: Es la
víctima de la Pascua de Jehová, el cual pasó las casas de los hijos
de Israel en Egipto, cuando hirió a los Egipcios.” Y así, de genera-
ción en generación, había de repetirse la historia de esa liberación
maravillosa.
La Pascua iba seguida de los siete días de panes ázimos. El
segundo día de la fiesta, se presentaba una gavilla de cebada delante
del Señor como primicias de la mies del año. Todas las ceremonias
de la fiesta eran figuras de la obra de Cristo. La liberación de Israel
del yugo egipcio era una lección objetiva de la redención, que la
Pascua estaba destinada a rememorar. El cordero inmolado, el pan
sin levadura, la gavilla de las primicias, representaban al Salvador.
Para la mayor parte del pueblo que vivía en los días de Cristo,
la observancia de esta fiesta había degenerado en formalismo. Pero
¡cuál no era su significado para el Hijo de Dios!
Por primera vez, el niño Jesús miraba el templo. Veía a los sacer-
dotes de albos vestidos cumplir su solemne ministerio. Contemplaba
la sangrante víctima sobre el altar del sacrificio. Juntamente con los
adoradores, se inclinaba en oración mientras que la nube de incienso