Página 590 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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El Deseado de Todas las Gentes
Todos los que han nacido en la familia celestial son en un sentido
especial los hermanos de nuestro Señor. El amor de Cristo liga a los
miembros de su familia, y dondequiera que se hace manifiesto este
amor se revela la filiación divina. “Cualquiera que ama, es nacido
de Dios, y conoce a Dios.
Aquellos a quienes Cristo elogia en el juicio, pueden haber sabi-
do poca teología, pero albergaron sus principios. Por la influencia del
Espíritu divino, fueron una bendición para los que los rodeaban. Aun
entre los paganos, hay quienes han abrigado el espíritu de bondad;
antes que las palabras de vida cayesen en sus oídos, manifestaron
amistad para con los misioneros, hasta el punto de servirles con
peligro de su propia vida. Entre los paganos hay quienes adoran a
Dios ignorantemente, quienes no han recibido jamás la luz por un
instrumento humano, y sin embargo no perecerán. Aunque ignoran-
tes de la ley escrita de Dios, oyeron su voz hablarles en la naturaleza
e hicieron las cosas que la ley requería. Sus obras son evidencia de
que el Espíritu de Dios tocó su corazón, y son reconocidos como
hijos de Dios.
¡Cuánto se sorprenderán y alegrarán los humildes de entre las
naciones y entre los paganos, al oír de los labios del Salvador: “En
cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo
hicisteis”! ¡Cuán alegre se sentirá el corazón del Amor Infinito cuan-
do sus seguidores le miren con sorpresa y gozo al oír sus palabras
de aprobación!
Pero el amor de Cristo no se limita a una clase. Se identifica
con cada hijo de la humanidad. A fin de que pudiésemos llegar a
ser miembros de la familia celestial, se hizo miembro de la familia
terrenal. Es Hijo del hombre, y así hermano de cada hijo e hija de
Adán. Sus seguidores no se han de sentir separados del mundo que
perece en derredor suyo. Son una parte de la trama y urdimbre de
la humanidad; y el Cielo los mira como hermanos de los pecadores
tanto como de los santos. Los que han caído, los que yerran y los
pecaminosos, son abarcados por el amor de Cristo; y cada buena
acción hecha para elevar a un alma caída, cada acto de misericordia,
son aceptados como hechos a él.
Los ángeles del cielo son enviados para servir a los que han de
heredar la salvación. No sabemos ahora quiénes son; aún no se ha
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manifestado quiénes han de vencer y compartir la herencia de los