Página 633 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

Basic HTML Version

Capítulo 74—Getsemaní
Este capítulo está basado en Mateo 26:36-56; Marcos 14:32-50;
Lucas 22:39-53; Juan 18:1-12.
En Compañía de sus discípulos, el Salvador se encaminó len-
tamente hacia el huerto de Getsemaní. La luna de Pascua, ancha y
llena, resplandecía desde un cielo sin nubes. La ciudad de cabañas
para los peregrinos estaba sumida en el silencio.
Jesús había estado conversando fervientemente con sus discípu-
los e instruyéndolos; pero al acercarse a Getsemaní se fué sumiendo
en un extraño silencio. Con frecuencia, había visitado este lugar
para meditar y orar; pero nunca con un corazón tan lleno de tristeza
como esta noche de su última agonía. Toda su vida en la tierra, había
andado en la presencia de Dios. Mientras se hallaba en conflicto con
hombres animados por el mismo espíritu de Satanás, pudo decir:
“El que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre;
porque yo, lo que a él agrada, hago siempre.
Pero ahora le parecía
estar excluído de la luz de la presencia sostenedora de Dios. Ahora
se contaba con los transgresores. Debía llevar la culpabilidad de la
humanidad caída. Sobre el que no conoció pecado, debía ponerse
la iniquidad de todos nosotros. Tan terrible le parece el pecado, tan
grande el peso de la culpabilidad que debe llevar, que está tentado a
temer que quedará privado para siempre del amor de su Padre. Sin-
tiendo cuán terrible es la ira de Dios contra la transgresión, exclama:
“Mi alma está muy triste hasta la muerte.”
Al acercarse al huerto, los discípulos notaron el cambio de ánimo
en su Maestro. Nunca antes le habían visto tan completamente triste
y callado. Mientras avanzaba, esta extraña tristeza se iba ahondando;
pero no se atrevían a interrogarle acerca de la causa. Su cuerpo
se tambaleaba como si estuviese por caer. Al llegar al huerto, los
discípulos buscaron ansiosamente el lugar donde solía retraerse, para
que su Maestro pudiese descansar. Cada paso le costaba un penoso
esfuerzo. Dejaba oír gemidos como si le agobiase una terrible carga.
629