Página 709 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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Capítulo 80—En la tumba de José
POR fin Jesús descansaba. El largo día de oprobio y tortura había
terminado. Al llegar el sábado con los últimos rayos del sol poniente,
el Hijo de Dios yacía en quietud en la tumba de José. Terminada
su obra, con las manos cruzadas en paz, descansó durante las horas
sagradas del sábado.
Al principio, el Padre y el Hijo habían descansado el sábado
después de su obra de creación. Cuando “fueron acabados los cielos
y la tierra, y todo su ornamento,
el Creador y todos los seres
celestiales se regocijaron en la contemplación de la gloriosa escena.
“Las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los
hijos de Dios.
Ahora Jesús descansaba de la obra de la redención;
y aunque había pesar entre aquellos que le amaban en la tierra, había
gozo en el cielo. La promesa de lo futuro era gloriosa a los ojos de
los seres celestiales. Una creación restaurada, una raza redimida,
que por haber vencido el pecado, nunca más podría caer, era lo que
Dios y los ángeles veían como resultado de la obra concluída por
Cristo. Con esta escena está para siempre vinculado el día en que
Cristo descansó. Porque su “obra es perfecta;” y “todo lo que Dios
hace, eso será perpetuo.
Cuando se produzca “la restauración de
todas las cosas, de la cual habló Dios por boca de sus santos profetas,
que ha habido desde la antigüedad,
el sábado de la creación, el día
en que Cristo descansó en la tumba de José, será todavía un día de
reposo y regocijo. El cielo y la tierra se unirán en alabanza mientras
que “de sábado en sábado,
las naciones de los salvos adorarán con
gozo a Dios y al Cordero.
En los acontecimientos finales del día de la crucifixión, se dieron
nuevas pruebas del cumplimiento de la profecía y nuevos testimonios
de la divinidad de Cristo. Cuando las tinieblas se alzaron de la cruz,
y el Salvador hubo exhalado su clamor moribundo, inmediatamente
se oyó otra voz que decía: “Verdaderamente Hijo de Dios era éste.”
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Estas palabras no fueron pronunciadas en un murmullo. Todos
los ojos se volvieron para ver de dónde venían. ¿Quién había ha-
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